(OroyFinanzas.com) – El viernes el precio del oro subió después de que los datos de empleo de EEUU para marzo resultaran decepcionantes. Los economistas predecían que el empleo no agrícola aumentaría en 205.000, pero los datos reales sólo llegaron a 120.000. Teniendo en cuenta además que la preocupación por la economía española va en aumento– en un mes los intereses sobre los bonos españoles han subido de un 4,9% a un 5,61%– no es de extrañar que el oro se haya recuperado del exceso de ventas que la semana pasada lo mantuvo por debajo de $1.620. Ahora, a las 10.30 BST, el oro está cotizando justo por encima de los $1.640.
Lo que impulsó esta subida en el precio del oro es, como no, la sospecha de que estos datos de empleo tan mediocres aumentarán las probabilidades de estímulo por parte de la Fed. En palabras de Michael Gayed de Pension Partners LLC, Nueva York: [1] “Predominará la sensación de que las actas de la Fed que anuncian que la flexibilización había pasado a la historia no tendrán repercusión… Nos está llegando el mensaje continuo de que el estímulo es bueno para el oro.”
Toda esta especulación sobre la QE de la Fed (¿lo harán o no lo harán?) está empezando a resultar tediosa. Resulta fastidioso que en todo el mundo la dirección de unos mercados de activos supuestamente libres dependa casi totalmente de si los bancos centrales del mundo – con la Fed a la cabeza – sigan o no inyectando el sistema bancario con dosis de divisas cada vez más grandes. Más de un economista clásico se levantaría de su tumba.
Pero sea cual sea nuestra propia inclinación política o económica, debemos lidiar con la situación actual del mundo. Y, según señala Ambrose Evans-Pritchard del Daily Telegraph [2], las razones alcistas que apoyan la compra de oro siguen siendo las mismas – a pesar de que en estas últimas semanas hayan abundado las especulaciones bajistas que indican lo contrario. Por mucho que uno trate de engañarse, resulta imposible obviar la pésima situación fiscal en la que se encuentran muchos gobiernos occidentales, o la muerte lenta del dólar como divisa de reserva mundial. [3]
Fuente: Análisis GoldMoney
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