La unión entre riesgo soberano y riesgo bancario

(OroyFinanzas.com) – Uno de los problemas fundamentales es la ausencia de financiación en las operaciones a corto plazo para el sector privado, especialmente el descuento de papel comercial, pólizas de crédito, entre otros instrumentos comerciales que sostienen el pasivo circulante de las empresas. Sin estos fondos, las empresas pierden gran parte de su capacidad de autofinanciación y, unido a los impagos públicos y privados,  hacen imposible en la práctica la inversión y la generación de puestos de trabajo.

El racionamiento del mercado de créditos es producto de lo que los economistas llamamos efecto “crowding out” ó efecto expulsión que ejerce el sector público sobre el sector privado. Desde que la recesión se agudizó en 2008, los gobiernos europeos implementaron sendos programas de expansión del gasto público,  generando un agujero creciente en las cuentas públicas. El crecimiento de las necesidades de financiación del sector público se tradujo en volúmenes crecientes de Deuda Pública en circulación con una demanda de títulos que creció a un ritmo más bajo que la oferta. Por tanto, el precio de los bonos cayó y la rentabilidad subió.

Las entidades creditícias dirigieron sus préstamos al Estado y secaron el grifo del crédito al sector privado

No sólo hubo expansión fiscal. La expansión monetaria ha sido de tal calibre que el balance del Banco Central Europeo se ha multiplicado por 2,5 en los últimos cinco años (de 1,196 billones en 2007 a 3,09 billones de euros a 20 de Julio del corriente, según datos de la Press Home del BCE) con base en los programas de compra de bonos en mercado abierto, los préstamos bancarios utilizando la deuda pública como colateral y la bajada drástica de los tipos de interés. En este sentido, las entidades de crédito dirigieron sus préstamos al Estado y secaron el grifo del crédito al sector privado, obteniendo por ello una atractiva rentabilidad en el marco de una inversión que se presumía segura y que con el paso del tiempo se ha visto que no. En el momento actual, los bancos comerciales tienen estrangulada su financiación y sólo pueden apelar al recurso de la Banca Central a través del descuento de bonos y más si cabe cuando es de sobra conocida la situación del mercado interbancario.

El BCE actúa como prestamista de última instancia

Este proceso de tácita colaboración entre el sistema financiero y el Estado, lejos de ser transitorio, se ha convertido en un mecanismo permanente. El BCE actúa como prestamista de última instancia a través de operaciones de compra de bonos a las entidades de crédito con pacto de recompra (REPOS) a un plazo más largo que las operaciones principales de financiación (préstamos a un día, a una semana o a un mes) Por otro lado, los bancos comerciales dejan depositado en el Banco Central gran parte de la financiación que obtienen, incluso a tipos negativos como ocurre con las letras del Tesoro alemán.

El resultado, en suma, de todos estos mecanismos ha sido la unión entre riesgo soberano y riesgo bancario. Esta circunstancia que atenaza a los inversores y que genera elevaciones continuas de la prima de riesgo no se arregla con más intervenciones de la Banca Central, la cual sólo ha conseguido aliviar transitoriamente situaciones de pánico financiero. En mejor dirección se encuentran discursos como el de don Luis María Linde o el ya celebérrimo Memorandum of Understanding.

Javier Santacruz Cano, Doctorando en Economìa

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Sobre el autor

Javier Santacruz Cano
Economics Student at Universidad Complutense and Master in Essex.
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