(OroyFinanzas.com) – Una mañana cualquiera de un día laborable, el negocio de compra y venta de oro situado en la Acerona es visitado por «más de un centenar de personas». La cifra, calculada «a la baja» por uno de los responsables del negocio, Alfredo Vejo, da una idea de cómo intentan sobrellevar la crisis algunos gijoneses, quizá agobiados por las deudas. «La gente empeña lo que tiene, quiere dinero rápido para pagar las facturas y lo consigue vendiendo las joyas que no utilizan o que son prescindibles», asegura por su parte la dependienta de un negocio situado en la calle San José, en El Llano. Como muestra un dato: en los últimos tres años Gijón ha pasado de contar con 4 negocios de compra de oro joyas a sumar un total de 14 tiendas de este tipo repartidas por toda la ciudad.
Como aseguran los responsables de estos negocios, la vida es cuestión de prioridades. Una máxima que siguen casi todos los clientes. En los últimos tiempos, la crisis económica y la pérdida de empleos se han convertido en calvo de cultivo para la venta de oro como recurso para obtener dinero en metálico. Desde el establecimiento de El Llano la dependienta mantiene que en los últimos meses ha notado incluso algunos cambios en el tipo de clientela que se acerca a su negocio: «Ahora hay gente que viene ya hablando de la crisis y con necesidades. Antes, las que entraban aquí eran casi todo señoras de avanzada edad que se habían cansado de sus joyas porque ya estaban antiguas y que decidían cambiarlas sin más. Ahora los clientes ven el oro como una inversión de la que se puede prescindir en un momento en el que la necesidad ahoga».
La crisis económica pasa factura cada vez a más familias. Por eso ya no se puede establecer un prototipo de cliente habitual de este tipo de tiendas. «Algunos son mayores, otros jóvenes, hay de todo; no se puede decir que exista un público que venda más que otro», mantiene esta dependienta. «Ricos y pobres, a día de hoy todo el mundo llega un momento en el que necesita dinero y rápido», concluye el joyero de La Acerona.
El sistema de venta es sencillo. El cliente acude a una de estas tiendas con las joyas que quiere vender. Con la ayuda de una piedra y un ácido los responsables de la casa de compra venta comprueban que las joyas sean efectivamente de oro y las pesan. A partir de ahí y una vez que los bienes han sido sometidos a este proceso los precios pueden variar. Por una pulsera, por ejemplo, se puede pagar entre 20 y 50 euros, según sus características y la calidad del oro. Acudir a una tienda situada «a pie de calle» es. a juicio de los propietarios de este tipo de establecimientos, «más sencillo» que acudir al banco y pedir un préstamo. Es dinero inmediato que permite salir un poco del bache o posponer un poco más los pagos.
El negocio se ha extendido tanto que incluso han proliferado este tipo de tiendas en internet. En algunas el cliente puede calcular lo que le van a pagar por una joya antes incluso de venderla. «Algunos recogen las joyas a domicilio o con un envío postal» señala Alfredo Vejo. La pregunta es obvia, «¿eso funciona?». El responsable del negocio de La Acerona asegura que existen teorías «para todos los gustos»: «A mi hay gente que viene aquí regularmente que me ha dicho que ha vendido joyas a través de internet y les ha llegado el dinero pero otros no han tenido tanta suerte y se han quedado sin el oro y sin el dinero».
A las doce del mediodía una gijonesa entra en la tienda de La Acerona. Su caso es otro más de los que los responsables de este negocio llevan viendo durante los 30 años de historia de su negocio. Esta clienta no quiere dar su nombre para no ser reconocida pero su caso sirve como ejemplo. Las facturas se están acumulando en su mesa y decide acudir a la tienda de compra y venta de oro para solucionar sus problemas. Tiene esperanzas en que «todo esto remonte» y por eso vende parte de sus joyas, «con el objetivo de recuperarlas algún día».
La clienta de la joyería sabe que tendrá que pagar más de lo que ha obtenido con la venta pero no le importa. «Muchas veces la gente nos deja cosas de las que puede prescindir un tiempo pero luego vuelven a por ellas», apunta otra responsable del establecimiento. Ésa es la esperanza de todos los que acuden a estas tiendas.
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Fuente: La Nueva España [1]
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