Fiebre del oro en Fox News…

(OroyFinanzas.com) – Uno de los lugares más espectaculares–y desconocidos–de Washington es la Mansión de la calle O. Es un hotel mezcla de Tim Burton y Jorge Luis Borges, con todas las habitaciones diferentes, y cada una con un tema distinto. Las hay que imitan cabañas del oeste, las hay estilo Mansión Playboy, las hay modelo años 50, las hay que parecen el gabinete del Doctor Caligari o el despacho del Doctor No… Súmese a ello un destacado desprecio por la simetría y, sobre todo, el hecho de que el hotel es un laberinto, con habitaciones escondidas tras espejos y bibliotecas, y se emprenderá por qué una noche en algunas de ellas cuesta 4.000 dólares (3.000 euros), aunque ese precio no incluye vacunas contra las pesadillas porque la Mansión es, a veces, como un decorado de una caótica película de terror.

El lunes estuve cenando en la Mansión. Y, tras la cena, se impuso la tradicional visita a las habitaciones que no tienen huéspedes (en esta ocasión, descubrí todo un conjunto de cuartos escondidos tras un espejo, lo que me llenó de orgullo).

Una de las características de la Mansión es que todo en ella está en venta, con escasas excepciones, como su impresionante colección de guitarras eléctricas, regalo de la infinidad de estrellas del rock que se han quedado en ella (también hay otra gente que adora el hotel y su restaurante como, por ejemplo, Bill Clinton). Y eso implica que uno puede comprar cientos de libros de segunda mano por un dólar la pieza.

En su mayoría, los libros son de política y economía (la Mansión es una locura bohemia, pero esto es Washington). Uno de los que me llamó la atención (y que me olvidé de comprar) era de 1982, y venía a tener un título que era algo así como Cómo sobrevivir en los años ochenta.

Esos libros son deliciosos, porque. al leerlos ‘a toro pasado’, queda claro que no aciertan en nada. Y éste no era una excepción. Aparte de denunciar una conspiración de la Trilateral y del Partido Comunista de la Unión Soviética para dominar el mundo (el autor no sabía que quienes mueven los hilos son Bilderberg y Goldman Sachs), proclamaba la quiebra del sistema público de pensiones de EEUU para 1989 y, lo mejor, que la onza de oro alcanzaría los 10.000 dólares alrededor de esa fecha.

Lo del oro fue lo que más me llamó la atención, porque las otras tonterías son, más o menos, recurrentes. Pero la referencia al oro tiene actualidad. Aunque probablemente estamos sobrevalorando el alza de ese metal. De hecho, y a pesar del rally de los últimos 4 años, la onza de oro está hoy por debajo, descontada la inflación, del valor que tenía en 1981, cuando se escribió el libro de cuyo nombre no logro acordarme. En otras palabras: los 1.000 dólares la onza de oro de hoy valen menos que los 599 dólares de 1981. Vamos, que el autor del libro se cubrió de gloria. Encima, no lo olvidemos, el oro, al contrario que michos otros activo no genera retornos. O sea: no paga intereses. Tenerlo es tan peligroso como comprar solares que no pueden ser alquilados en la confianza de que siempre subirá el precio de la vivienda.

A veces me planteo si vivimos en una ‘burbuja’ del oro. Hoy, como en 1982, se habla del oro como inversión. En particular, entre los conservadores de EEUU. Enciende uno la tele a las 4 de la tarde de la Costa este, cuando Wall Street acaba de cerrar y, si conecta Fox News o Fox Business, no para de encontrarse con anuncios de oro, dirigidos claramente a un público conservador y de cierta edad. No en balde, uno de los protagonistas es G. Gordon Liddy, un ultraderechista que pasó cuatro años y medio en la cárcel por su papel en el Watergate.

La clave de estos anuncios es la siguiente: el Gobierno de EEUU se está hundiendo en deuda; más pronto que tarde habrá hiperinflación; y el oro será el único valor seguro. A eso se suma el rechazo entre los conservadores estadounidenses de la ruptura del patrón oro (que, paradójicamente, fue decretada por uno de los padres de la nueva derecha americana, el jefe de Liddy: Richard Nixon). Basta con leer la sección de Opinión de The Wall Street Journal-la ‘Biblia’ de muchos conservadores estadounidenses-para darse cuenta de lo arraigado de esa mentalidad que proclama la necesidad de que el dinero en circulación vuelva a basarse en las reservas de oro y/o plata.
Lo paradójico es que lo que está pasando es lo contrario. EEUU está en peligro de caer en deflación. Como ha declarado James Bullard, presidente de la Reserva Federal de Saint Louis, Estados Unidos “está más cerca que nunca de caer en una situación a la japonesa”. Una situación a la japonesa implica una deflación del 1,5% anual, aunque son muchos los analistas que creen que la cifra real es todavía peor.

A qué se debe, entonces, esta obsesión con el oro. Probablemente, al pánico a una hiperinflación al estilo de la de los setenta. Esa filosofía es la que subyace al libro de la Mansión de la calle O. Claro que eso es como pretender que rendimientos pasados garantizan rendimientos futuros: utilizar la el pasado para vaticinar el futuro. En ese caso, como afirmó Warren Buffett hace ya años, los libros de Historia deberían ser la guía de los inversores.
En cualquier caso, esta oromanía puede acabar mal, como muchas otras burbujas. Tal vez, en ese caso, acabemos riéndonos de anuncios como el de Liddy. O tal vez algunos lloren por su culpa.

Pablo Pardo

Fuente: El Mundo

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Sobre el autor

Marion Mueller
Marion Mueller is the an analyst with OroyFinanzas.com.
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