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2011: inflación, precio del oro por las nubes y planes de austeridad

(OroyFinanzas.com) – La economía no es la quiromancia. Hacer previsiones en esta materia, aunque sea a corto plazo, es una de las actividades más arriesgadas que existen, al menos desde el punto de vista intelectual. Son demasiados los factores que concurren en el complejísimo orden de la economía mundial como para pretender saber a ciencia cierta lo que va a pasar en el lapso de un año.

Lo que sí se pueden “adivinar” son las tendencias tomando como punto de partida la situación actual. Hace tres años, por ejemplo, nadie –ni las agencias de calificación– podía imaginar que Lehman Brothers fuese a presentar la quiebra en septiembre, pero los bien informados sabían que la crisis inmobiliaria se iba a llevar por delante [1] o a poner en serios apuros a más de un banco de inversión [2].

Partiendo del estado actual de las cosas y de los derroteros que han tomado los principales indicadores, los expertos ya se han pronunciado. 2011 será un año marcado por la inflación, la escalada en el precio del oro y las materias primas, el desempleo y los planes de austeridad. Eso en los países occidentales, en los mercados asiáticos como China e India la cosa irá por otro lado.

El oro por las nubes

El oro es, según la mayor parte de expertos, el gran protagonista del año que acabamos de estrenar. Los más optimistas fijan el mínimo en 1.800 dólares la onza, los más pesimistas se van a los 2.500 dólares. La plata, por su parte, hermana pobre del mercado de los metales preciosos, dejará paulatinamente de serlo. Si actualmente se compra la onza a unos 30 dólares podría subir hasta los 45 ó los 50 a finales de año.

El rally al alza de los metales preciosos se debe a su condición de reserva de valor en unos momentos en los que las principales divisas están muy debilitadas, y al hecho de que tanto el oro como la plata son metales muy demandados por ciertas industrias. Es bueno recordar que sólo una parte del mundo se encuentra en crisis. Otra parte sigue creciendo al 8%. La plata, por ejemplo, es un componente esencial en ciertos sectores como la electrónica, la odontología o la óptica. Los fabricantes añaden un tirón extra a la demanda que se deja (y se dejará) ver en las cotizaciones.

El dólar mal, el euro peor

El dólar está desgastado y viene depreciándose desde hace años, pero el euro, su contraparte al otro lado del Atlántico no anda mucho mejor así que bien podría revalorizarse el primero si la crisis de deuda soberana en los países de la eurozona se recrudece. El año, de hecho, ha comenzado con problemas de solvencia en Portugal y España. La quiebra de ambos países, cuyos PIB sumados son superiores al de Brasil, sería un bocado demasiado indigesto para la moneda única [3].

Los problemas en la zona euro son, además, acumulativos. Ni Grecia ni Irlanda terminan de levantar cabeza, y tras España y Portugal aguardan pacientemente en la cola países como Bélgica o el gigante italiano.

Es cierto que Alemania marcha bien, que ha registrado un crecimiento por encima del 3% en 2010 y que genera empleo, pero la locomotora germana no es lo suficientemente potente como para tirar de tantos y tan pesados vagones. Alemania arrastra un oneroso estado del bienestar, su Gobierno está muy endeudado y, para colmo de males, pierde población. En 2010 los fallecimientos superaron holgadamente a los nacimientos y el saldo migratorio positivo no termina de compensar la diferencia. Como resultado, la población en Alemania ha decrecido un 0,1%. La prosperidad económica no se fundamenta nunca sobre demografías envejecidas y menguantes como es el caso de la alemana.

En el mercado monetario el círculo vicioso bernankiano se mantendrá e, incluso, intensificará. Para mantener los tipos de interés bajos y la economía a flote a la Reserva Federal no le quedará otra opción que seguir monetizando deuda, que luego se empleará en inservibles programas de estímulo patrocinados por Obama. El BCE bastante tendrá con tratar de mantener con vida a su propia moneda tras los embates del enésimo temporal PIIG que acaba de dar comienzo.

Al polémico presidente de la FED, no obstante, se le va acabando el combustible, y eso es una buena noticia. El descontento popular con el banco central crece en Estados Unidos hasta niveles nunca vistos antes. El responsable de este despertar es Ron Paul [4], el correoso congresista republicano que ha conseguido colocarse al frente de la comisión que controla la Reserva Federal, la llamada Fed Oversight Panel. El factor Paul habría que tenerlo en cuenta aunque ahí sería entrar ya en el terreno de los adivinos.

La inevitable inflación

La irresponsable y alocada política monetaria que la FED ha venido aplicando durante los últimos años se cobrará su inevitable tributo: la inflación. Cada vez más expertos coinciden en que este será el año del repunte de los precios. Los más cautos creen que a finales de año la inflación oficial estará ya en torno al 5% en Estados Unidos, lo que significa que, en términos reales, rondará el doble. Sería la vuelta a los niveles de 2007, pero sin salir de la crisis.

John Williams, el economista al frente de la afamada página Shadow Government Statistics, elabora un índice de precios alternativo al oficial basado en la metodología que el Bureau of Labor Statistics (BLS) de Estados Unidos utilizaba para medir la inflación hasta 1980. Desde entonces, la distancia entre las dos inflaciones no ha hecho más que ensancharse. Desde mediados de los 90 la inflación real viene a ser aproximadamente el doble de la oficial.

La inflación, que quizá todavía no la veamos en la cesta de la compra, ya está instalada en el mercado de materias primas. Es sólo cuestión de tiempo que esos precios se trasladen a las industrias más cercanas al consumo. Haciendo un repaso por las principales materias primas lo que encontramos es lo siguiente:

– La tonelada de estaño se vende ya más cara que a mediados de 2008 y a casi ocho veces el precio que tenía a principios de la década.

– La tonelada de aluminio también anda por las nubes. Aunque lejos aún de los 3.200 dólares que se pagaban por ella en el verano de 2008, su precio aumenta sin descanso y está ya en los 2.500 dólares.

– El plomo sigue una tendencia parecida. Tras el subidón de 2008 ha retomado el camino alcista y hoy ya se vende a tres veces el precio que tenía en enero de 2009.

– El zinc, aunque lejos de los máximos registrados entre 2007 y 2008, cotiza cómodamente por encima de los 2.000 dólares la tonelada. En 2002 lo hacía a 725.

– El cobre es el rey de los metales industriales en cuanto a subidas. Su precio está ya muy por encima del alcanzado en el máximo del ciclo expansivo entre 2005 y 2008.

Las tensiones inflacionistas no se limitan a los metales que emplea la industria pesada. Las materias primas que emplea la alimentaria no se libran de las subidas en su cotización. El café está en máximos históricos, el maíz se acerca ya a los niveles de 2008, el trigo ha experimentado un alza espectacular desde mediados del año pasado, el cacao está en niveles parecidos a los de finales de 2008 y el azúcar ha pasado de los 6 a los 34 dólares en sólo seis años.

No se trata sólo de que los chinos o los indios demanden más cobre y azúcar, que lo demandan porque están creciendo, gracias a lo cual su nivel de vida crece cada año, sino al debilitamiento de las principales divisas. El inversor huye de un dólar depreciado para refugiarse en activos que ganan valor como las materias primas.

Visto lo visto, no es muy arriesgado afirmar que la alimentación subirá de precio este año como lo hizo durante el año 2008. Si, además, se pone el diablo a enredar y se dan malas cosechas en algunos grandes productores, el alza puede ser aún mayor de lo previsto.

Consecuencia: desempleo y ajustes

Con la moneda devaluada y los precios en alza todo lo que puede suceder es que el desempleo, lejos de remitir, aumente en los principales mercados. En Estados Unidos ronda el 10%, en España supera el 20%. Para que baje, la economía tiene que terminar de sanearse. Entonces será cuando los inversores volverán a aparecer y con ellos los anhelados puestos de trabajo. No lo harán mientras los gobiernos sigan envileciendo la moneda, gastando más de la cuenta y subiendo los impuestos para financiar sus escandalosos déficit públicos.

A estas alturas decir que el rey va desnudo ya no es tan políticamente incorrecto como hace tres años. La realidad ha terminado por imponerse, al menos en los países de la eurozona, obligando a los gobiernos a adoptar medidas de ajuste presupuestario. Pero los recortes no van a salir gratis. Episodios de violencia sindical y de extrema izquierda como los que han azotado a Italia, Grecia o Inglaterra se reproducirán allá donde aparezca la tijera.

Fernando Díaz Villanueva

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