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El auge de la compra de oro en Granada

(OroyFinanzas.com) – Los apuros económicos han hecho aflorar una auténtica mina. Y nada menos que de oro. Aproximadamente tres toneladas de este preciado metal salieron al mercado a lo largo del pasado año en la provincia de Granada gracias a los comercios de compra y venta de oro, según la estimación realizada por la Policía Nacional.

A pesar de que es muy difícil de estimar la cantidad de este metal que ha cambiado de manos -pese a los intensos controles a los que es sometido este negocio por parte de la Administración-, según el secretario de la Federación Andaluza de Joyeros, Mariano Soler, se trata de un negocio que “está emergiendo” y que incluso atrae a joyerías tradicionales que, tras comprobar cómo descienden la venta de joyas, optan por comprarlas a quienes necesitan efectivo y hacerse así con un pellizco del negocio que sólo en Granada cuenta con 41 locales especializados, según el registro de la Policía Nacional.

A pesar de que la cotización del oro varía diariamente, el precio del gramo de 18 quilates oscila los 20 euros, así que esas prácticamente tres toneladas -en el caso de que fueran de esa ley- tendrían un valor aproximado de unos sesenta millones de euros.

“El oro es un bien de inversión, no es sólo una alhaja, sino que es un valor que perdura e incluso crece con el tiempo”, explica Mariano Soler para explicar el auge de la compra venta de oro en Granada. La crisis pone de su parte obligando a los propietarios de las joyas en apuros a desprenderse de las mismas para conseguir dinero en efectivo y de una forma rápida que palie sus problemas económicos.

Por otra parte, los que antes invertían en el ladrillo como valor seguro han encontrado -después del estallido de la burbuja inmobiliaria- en los lingotes del metal amarillo una inversión que parece segura y que diariamente se revaloriza en los mercados internacionales. Como intermediarios, los negocios de compra venta, que se quedan con un porcentaje de los beneficios y son cuidadosamente controlados por la Policía Nacional para evitar que joyas robadas acaben en la fundición o, la minoría, siendo revendidas. Según estiman fuentes policiales, más de un 90% del oro se funde.

El auge de este mercado -espoleado por la necesidad de los propietarios que venden el oro de obtener dinero en efectivo- se refleja de forma clara en el aumento de locales que se dedican a la compra de joyas. Según los datos ofrecidos por la Policía Nacional, hace apenas dos años, cuando la crisis económica daba sus primeros pasos, en Granada había apenas cinco establecimientos dedicados a la venta de este preciado metal. A día de hoy se contabilizan 41 y la expectativa es que se siga la tendencia y en los próximos meses aumente esta cifra. La mayoría se concentra en el centro de la capital, y son precisamente estos establecimientos los que acumulan el mayor número de transacciones de oro.

La parte más negativa de este crecimiento es que también se ha detectado, según la Policía, un aumento en el número de delincuentes que pretenden vender alhajas robadas.

Según la experiencia policial, quienes hurtan oro para venderlo son, en un “alto” porcentaje familiares o personas que conviven con el propietario de las joyas. La Policía Nacional explica que normalmente son delincuentes inexpertos, ya que el hecho de tener que presentar la documentación en la joyería es una medida bastante disuasoria para quienes viven de lo ajeno. “Quien va a vender oro queda registrado, no es un profesional”, explican las fuentes policiales. De hecho, muy pocas joyas que acaban en estos comercios de compra y venta proceden de robos con fuerza, y si llegan a la tienda es por medio de intermediarios.

Para evitar que los amigos de lo ajeno ‘coloquen’ objetos robados en estos comercios, los propietarios deben registrar todas y cada una de las operaciones que realizan en un libro, que deben presentar en Jefatura para su control. En el mismo se anotan los datos personales del vendedor y las características de la joya, que en ningún caso puede llegar defectuosa o, por ejemplo, con señales de haber sido borrada una inscripción. Las mismas fuentes policiales explican que, por ejemplo, un cierre roto puede indicar que un collar ha sido sustraído por el método del tirón, mientras que una inscripción arañada puede se un indicio de que la joya ha sido robada y se ha intentado eliminar cualquier señal que pueda facilitar su identificación.

Cada semana los propietarios de los comercios de compra deben personarse ante la Policía Nacional para presentar el libro. Se cotejan los datos y se deduce si alguna de las joyas ha podido proceder de un robo o hurto. Si es así, se inicia la pertinente investigación y, si da sus frutos, se restituye el objeto sustraído a su dueño.

Además de este control, los agentes pueden personarse en los establecimientos “cuando lo consideremos pertinente”, explican fuentes policiales, y en ningún caso el joyero puede vender la joya o fundirla al menos hasta quince días después de su adquisición. Y es que las joyas son especialmente golosas para los delincuentes, que ven en el oro una manera de “obtener dinero de manera muy fácil”.

Fuente: Granada Hoy

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