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¿En manos de quién estamos?

(OroyFinanzas.com) –Hace apenas un par de semanas, la presión en el Magreb y Oriente Próximo disparó el precio del petróleo y obligaba a numerosos políticos occidentales a declararse pronucleares, pese a que algunos han sido abiertamente antinucleares en un pasado reciente. Pero el inesperado terremoto de Japón le ha dado la vuelta a la tortilla, obligándolos a cambiar de chaqueta.

Como consecuencia de la catástrofe, muchos medios de comunicación han sacado a pasear un tremendismo grandilocuente para incrementar sus ventas y han dado pábulo al lobby antinuclear incubado en la mayoría de las redacciones periodísticas europeas y estadounidenses, obligando a los gobernantes a anunciar “test de estrés” para las centrales e incluso algunos cierres en contra de sus propios principios, como ha hecho la germana Angela Merkel, quien tiene a la vuelta de la esquina unas elecciones regionales, o incluso el propio Barack Obama. Los que antes eran partidarios de aumentar incluso el número de centrales para contrarrestar la subida del petróleo, ahora prefieren quedarse como están, o incluso cerrar alguna si eso da votos.

Por su parte, el comisario europeo de energía, Günther Oettinger, tuvo estos días un par de ocasiones extraordinarias para callarse, pero no lo hizo. El martes 15 dijo que la situación era “apocalíptica” en Japón y el miércoles, que se avecinaba “una nueva catástrofe”.  A raíz de sus palabras, las bolsas cayeron a plomo durante unos 20 minutos.

Poco después, uno de sus portavoces tuvo que confesar que el comisario no tenía fuentes propias en Japón, sino que había hecho una reflexión tras leer el periódico. Pero él no se calla, porque el jueves volvió a la molienda, al afirmar que alguna central nuclear europea no pasaría un “test de estrés”, lo que me lleva a preguntarme no sin cierto pánico, ¿en manos de quién estamos?

Consecuencias en nuestros bolsillos
En los próximos meses debemos acostumbrarnos a ver el precio del petróleo por encima de los 100 dólares y camino de los 150. Más aún ahora, con la intervención militar en Libia y las barbas de unos cuantos sátrapas y sultanes puestas a remojar en el Magreb y la Península Arábiga. La energía, las materias primas y los alimentos van a seguir subiendo.

Si ya era evidente que, como consecuencia de las medidas tomadas contra la crisis, la inflación se iba a disparar, ahora más todavía, con la inestabilidad en los países árabes y con la necesidad de abastecer Japón de alimentos y de materias primas para iniciar la reconstrucción.

Las bolsas tienen muy mal aspecto. El mercado está ahora mismo sólo para inversores de corazones resistentes. Yo no descartaría un próximo batacazo bastante fuerte, que también podría afectar al oro y la plata. No obstante, si has comprado metales preciosos (como te recomiendo en mi libro “Yo tengo un plan”) para proteger tu patrimonio con una cartera a largo plazo, tranquilidad, templanza y no mires las cotizaciones diarias, así te evitarás sustos innecesarios. Recuerda que no importa la cotización, sino la cantidad de monedas de oro y plata que tengas en tu poder, porque las divisas como el dólar y el euro, lo que algunos llamamos “dinero deshonesto”, van camino de su autodestrucción.

Portugal está cada día más cerca de un rescate, cuyas consecuencias serían durísimas para España. ING alertaba estos días atrás de que España tampoco ha superado el riesgo del posible rescate, aunque esté más lejos que Portugal. Feemarket, por su parte, publicaba un informe en el que destacaba que nuestro país puede volver a un período de recesión (¿acaso estaba saliendo de la crisis y no nos habíamos enterado?) si el barril de petróleo se consolida por encima de los 100 dólares (ya lo está) y el Banco Central Europeo sube los tipos un 0,75% más (ya llegará). Según el estudio, a estos dos factores hemos de sumar también que afloren pronto deudas ocultas en las administraciones públicas, algo que seguro que va a ocurrir tras las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo próximo.

Es evidente que vienen días complicados. Y semanas, y meses… Incluso años. Toca apretar los dientes y aguantar el tirón. Oro, plata y paciencia.

Nacho García Mostazo

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