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¿Importa si el gobierno de EEUU vende sus reservas de oro?

(OroyFinanzas.com) – Recientemente, el New York Sun publicó una respuesta de Ron Paul [1] a la pregunta si los EEUU debieran vender su oro para pagar su deuda. Como era de esperar, su respuesta reflejó sus principios, afirmando que sería “una decisión buena y ética. Un individuo tendría que hacer lo mismo.” La consecuencia fue una oleada de protestas tanto de los partidarios del dinero fiat como de los partidarios del dinero sólido.

EEUU

¿Por qué tanta gente a ambos lados del debate monetario está en contra de esta propuesta? La respuesta es simple: todos saben que el oro es la base del sistema monetario y bancario internacional, aunque esta relación no se haya formalizado. La capacidad del gobierno de EEUU para imprimir la divisa de reserva mundial y crear un déficit desmesurado año tras año se la debe en parte a sus importantes reservas de oro. Desde este punto de vista, el rechazo rotundo de dicha propuesta por parte de la administración tiene su lógica.

Lo que no tiene apenas lógica es la indignación de la comunidad del oro. Por supuesto que entiendo por qué algunos se sientan molestos. Se imaginan un futuro de vuelta al patrón oro, que permitiría un intercambio formal del dólar americano por una cantidad fija de oro – algo que resultaría imposible si el Treasury vendiera el oro que serviría a tal propósito. Pero aflojemos el paso un momento.

¿De qué nos serviría un patrón oro-dólar? La respuesta más común es que prevendría la inflación de la base monetaria y el hurto del poder adquisitivo. También devolvería parte del poder a los ciudadanos estadounidenses, ya que al cambiar todos sus dólares por oro pondrían control a las políticas fiscales temerarias. Estoy de acuerdo con que todas estas metas son respetables. Pero de hecho, este experimento ya se hizo y fue un fracaso rotundo.

El primer problema fundamental es que nuestro sistema de reserva bancaria fraccional es incompatible con el patrón oro. La mayor parte del suministro de dinero del país no existe en forma de dinero físico, sino en forma de créditos otorgados por bancos en forma de préstamos. Fort Knox no genera oro de la nada cada vez que a un banco se le agotan sus depósitos a la vista. Para empeorar aún más la situación, la creación de la Federal Reserve en 1913 desató un vendaval inflacionario tan poderoso que dejó indefenso al patrón oro. Los felices años 20 dieron fé de la envergadura de la expansión de crédito, al igual que la quiebra inevitable de los 30. Esto nos lleva al segundo problema fundamental: los gobiernos nunca cumplen con aquellas obligaciones que amenazan su poder.

El gobierno federal no sólo terminó con el patrón oro-dólar en 1933, sino que además ilegalizó la posesión de oro. De hecho, gran parte del oro reflejado en los actuales inventarios del Treasury es oro que fue expropiado a los ciudadanos americanos después del fracaso del patrón oro. Así que ¿de qué serviría un nuevo patrón oro? ¿Y por qué es tan importante que el gobierno retenga el botín de su hurto?

La realidad es que si queremos impedir la usurpación que supone la inflación y tirar de las riendas del desbocado gasto federal, tenemos que sacar al gobierno de EEUU del negocio monetario y devolverlo al mercado libre, que es donde debería estar.

Esto es exactamente a lo que aspira el “Free Competition in Currency Act” (Proyecto de Ley de Libre Competencia de Monedas) propuesta por Ron Paul; y lo consigue a través de tres iniciativas principales: primero, rechaza las leyes de curso legal forzoso que permiten que todas las deudas puedan ser saldadas en dólares aún habiendo sido contraídas en oro; segundo, acaba con el monopolio de impresión de dinero del gobierno; y tercero, elimina el impuesto sobre la plusvalía del oro y la plata.

Una vez eliminados estos obstáculos, los individuos y las empresas serían libres de utilizar el tipo de dinero más apropiado para sus transacciones. ¿Cómo se utilizaría la “reliquia bárbara” del oro en la era digital? Pues resulta muy fácil. Ya hay empresas privadas en todo el mundo que ofrecen oro digital (DGC), respaldado al 100% por oro físico depositado en cámaras acorazadas. Los clientes poseen el oro de sus cuentas y pueden hacer transacciones directas con otros clientes en la cantidad deseada.

A medida que crece la popularidad del DGC, es posible que se acabe creando un sistema de tarjetas de débito con el que se pueda realizar compras en oro. Llegará el momento en que las empresas que hagan transacciones en oro ofrecerán pagar a sus empleados en oro digital. Llegado este momento, el dinero fiat impreso por los bancos centrales perderá gran parte de su atractivo.

Claro está que los individuos tendrán que ser cuidadosos a la hora de elegir la forma de pago que desean utilizar. Pero esto es parte de los pros y contras del mercado libre. Si no, la moralidad de éste peligraría. Las empresas competirán, en parte, basadas en la transparencia y la responsabilidad. El menor indicio de incorrección podría resultar desastroso para la empresa, ya que literalmente podría perder su clientela de un día a otro. No hay ningún sistema perfecto, pero con el mercado libre los estadounidenses tendrían más posibilidades de mantener su poder adquisitivo que con el actual sistema ofrecido por el gobierno de EEUU y la Federal Reserve.

Llevamos tanto tiempo viviendo en un sistema en el que el gobierno es el responsable de la impresión de dinero, que la mayoría de los ciudadanos de EEUU ni siquiera saben que existe una alternativa. Aquellas personas que exigen una vuelta al patrón oro no son conscientes de que en realidad están exigiendo un mercado de dinero libre y, por lo tanto, es mucho más importante que los ciudadanos americanos posean oro a que lo posea el gobierno.

Paul Carter

Fuente: CMI Gold & Silver de Bill Haynes. [2]

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