(OroyFinanzas.com) – Cuando la palabra crisis se convierte en el vocablo más repetido a este lado del mundo, bien cabría preguntarnos no ya tanto por el qué está pasando, cosa que ya más o menos todos sabemos, y sí un poco más por el qué hicimos para merecer esto.
Esa es la pregunta que intento responder en los párrafos siguientes, para lo cual sitúo el foco nada menos que 40 años atrás, en 1971, y no por casualidad, porque un 15 de agosto de aquel año un tal Richard Nixon presidente de los EEUU ordenó cerrar la ventanilla del oro, dando así por finiquitado el mundo de los tipos de cambio fijos para el que fue creado el FMI en la conferencia de Bretton Woods de 1944, cambiando así para siempre el orden mundial de los acontecimientos.
Haciendo un poco de historia, el patrón oro fue la regla que se usó como norma en las transacciones internacionales a mediados del siglo XIX. Por entonces, las monedas eran ya una realidad en la mayoría de países con un mínimo de interés comercial, y se hizo por tanto necesario dotarlos de unas reglas de valoración monetarias que hicieran justos y equilibrados los intercambios entre países. Así fue como se optó por el oro en detrimento de la plata para fijar el valor de cada moneda nacional. Era sencillo y no necesitaba de más medidas que aplicar las reglas una vez aceptadas por todos. Y la regla no era otra que fijar en cada país el valor de la moneda en una determinada cantidad de oro, de forma que las monedas y los billetes en curso en cada país dependían de la cantidad de oro con la que contaba el país en cuestión.
Digamos que existía una correlación directa entre la riqueza del país y el dinamismo de su economía, y era igualmente fácil corregir un desajuste o desfase, como veremos, de manera muy simplificada. Así, cuando un país compraba bastante más de lo que vendía se veía obligado a sacar oro de sus reservas para hacer frente a los pagos, provocando un desequilibrio en su balanza comercial. Esta situación traía como consecuencia la ralentización del crecimiento, menos venta, y por consiguiente una obligatoria bajada de los precios de los productos de cara al exterior, lo cual favorecía a su vez la venta, por ser más baratos sus productos al cambio, volviendo de esta manera a entrar divisas de fuera que equilibraban el desfase de la balanza comercial.
Este sencillo y en apariencia armonioso sistema, empezó a notar algunos problemas cuando las economías fueron creciendo y se hizo necesaria más liquidez, esto es, más monedas y más billetes circulando. Problemas porque no se podían poner en circulación más monedas que su equivalente en oro en cada reserva nacional. Dicho de otra manera: cada país podía crear moneda, pero sabía que al crear moneda estaba dando salida a parte de su oro, y sólo en base al oro del que dispusiera podía crear moneda, y no más, ya que había que respetar el valor de cambio en oro dado a la moneda, un valor que se falseaba si se emitían en exceso.
Por suerte, la necesidad de liquidez en los mercados crecientes fue satisfecha por la potencia hegemónica por entonces, Gran Bretaña. A finales del siglo XIX Gran Bretaña controlaba buena parte del comercio internacional, esto hacía que los pagos se efectuaran mayoritariamente en libras, manteniendo las reservas nacionales bien cubiertas de oro.
Corrían los primeros años 20, y aunque todavía Inglaterra intentó varias veces reestablecer el orden, sus intentos fueron vanos. Ahora había otros países con igual pujanza aplicando otras reglas, pongamos los EEUU, y el mercado se descontroló definitivamente. Las monedas nacionales comenzaron a fluctuar libremente, no había control, no había una regla unificadora, y así a los pocos años acabó por estallar el famoso Crack del 29, la primera gran crisis del capitalismo hasta que llegó la nuestra.
En Bretton Woods se decidieron, entre otras cosas, que el “policía” encargado de hacer cumplir las reglas del juego sería el FMI, y detrás de él, con un peso fundamental, los Estados Unidos. Se estableció de nuevo una paridad entre las distintas monedas y el oro, pero la moneda reserva garante del equilibrio del sistema pasaba a ser ahora el dólar americano, al precio de 35 dólares por onza de oro. El tipo de cambio seguía siendo fijo con algunas salvedades, y se permitía a los Bancos Centrales de cada país miembro del sistema acudir a la Reserva Federal americana para convertir los dólares reserva en oro al precio fijado o viceversa. EEUU ofrecía así su moneda como valor reserva, y ésta hacía las veces del oro, sustituyéndolo, pero manteniendo su paridad con él.
¿Bien hasta aquí? Pero aún restaba solucionar el problema de la liquidez creciente de los mercados, que a medida que crecían necesitaban de más dinero en el mercado a cada poco. ¿Qué hacer? En Breton Woods se estableció que EEUU sería el encargado de proveer de liquidez al sistema monetario emitiendo más dólares, incurriendo en deuda, cuando así hiciera falta. Y así se hizo, y así funcionó el sistema, y el dólar inundó los mercados internacionales y los Bancos Centrales de muchos países del lado rico del mundo. Y así se mantuvo el asunto más o menos equilibrado hasta la década de los 60, donde la mayoría de países medianamente bien gobernados se preocupaban de mantener el equilibrio entre sus importaciones y sus exportaciones como garante de la estabilidad de su economía, aunque todos buscaban tener más exportaciones que importaciones, para acaparar divisas en dólares en sus bancos nacionales y mantener su economía saneada y en superavit. Todos menos los EEUU, que tenían el beneplácito de Bretton Woods para incrementar su déficit indiscriminadamente emitiendo nueva moneda y generando más deuda. Este detalle no fue un problema en el inicio, pero acabó siéndolo pasadas algunas décadas de Bretton Woods.
A mediados de los 60 el equilibrio económico acabó por quebrarse, cuando algunos países industrializados con mucha reserva en dólares producto del superavit de sus balances comerciales -en especial Francia y Japón-, empezaron a ver con preocupación la inflación creciente de la economía americana y el aumento de su déficit, provocado entre otras razones por el desmesurado gasto que supuso la inacabable guerra de Vietnam.
Y así, sucedió lo que algunos habían augurado: la abundancia de dólares en el sistema derivó en un proceso de inflación internacional. Había tanto líquido de dólares en el mercado que los gobiernos encontraban serios problemas para defender la paridad de sus monedas frente a la moneda americana, mientras, EEUU seguía acumulando déficit.
El siguiente paso estaba cantado. Perdida la confianza en la fortaleza del dólar, algunos países ricos optaron por poner a salvo su economía de esta falta de confianza y comenzaron a canjear sus dólares en oro en la Reserva Federal, tal cómo se había acordado años atrás.
Con este panorama llegamos al fin al año 1971, año en el que EEUU se encuentra ante la necesidad de devaluar su moneda frente al oro, esto es, aumentar el número de dólares necesarios para obtener una onza de oro, para frenar la sangría de cambio de dólares en oro que estaba mermando notablemente sus reservas, y devolver de esta manera el equilibrio y la realidad a un mercado internacional distorsionado.
Nunca más en adelante los dólares acumulados en las transacciones internacionales han podido ser cambiados por oro de los EEUU. Fue el fin del patrón de cambio oro, el caos financiero estaba servido. Prueba de ello: no hay más que ver lo que hoy tenemos.
A poco que analicemos el asunto comprenderemos las consecuencias. Hasta 1971 el crecimiento de las economías, el crecimiento del crédito, la liquidez de los mercados, estaban controlados en cierto modo por el valor oro y su fijación con el dólar como referencia.
En definitiva, desde 1971 hemos crecido y crecido, pero lo hemos hecho en una farsa. Porque se creó dinero a partir de dinero, dinero de papel, dinero deuda, dinero ficticio, inflado, duplicado, fabricado de la nada, creado a voluntad de un solo país. Pero eso ya se acabó, la mentira no se sostiene por más tiempo, nos han despertado y hemos caído de golpe, se acabó lo que se daba: bienvenido al mundo real.
Eloy Cuadra Pedrini
Fuente: Canarias 24 Horas
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Muy buen artículo. Gran síntesis, y tremendamente ilustrativo. Gracias
que buen articulo .. espero los que leen esto tambien esten al tando de lecturas como ” la conspiracion de los ricos” es un articulo referente a la misma situacion…