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Necesito vender mis joyas, ¡Qué difícil!

(OroyFinanzas.com) – Vender y desprenderse de este tipo de bienes es realmente complicado. Las posibilidades de vender con éxito una joya, una piedra preciosa o el aparentemente simple “oro al peso”, son muy escasas. Es un mercado opaco, peligroso y considerado de alto riesgo. Son muchas las formas que utilizan para engañar, confundir, distorsionar y embaucar al consumidor con el único objetivo de arrebatarles su oro y joyas al precio más bajo posible. Incluso, es probable que cuando haya creído que lo ha logrado de forma ventajosa, le hayan mermado de una forma u otra su patrimonio.

Balanzas trucadas, ácidos alterados, testeres modificados, y un largo etcétera. Todo vale para lograr atraparle, arañarle un gramo, una piedrecilla, un euro… ¡La realidad, supera la ficción!

Independientemente, lo que sí es una realidad, es que poco o mucho, las joyas son dinero y nos pueden sacar de un apuro, son de los pocos activos que podemos hacer líquido de forma rápida y efectiva, patrimonio de gran importancia y fácil portabilidad. Lo que les confiere el grado más resolutivo de los bienes que podemos poseer. La historia de la humanidad da buena prueba de ello.

Pero entremos en materia, analicemos como poder vender una joya, digamos, en un entorno “legal” a día de hoy.

Analicémoslo:

La Compra

Cuando uno compra una joya para, digamos, hacer la pedida de mano, fuimos a la joyería y escogimos un maravilloso y deslumbrante anillo con un diamante de 1,50ct, montado en oro blanco y con un diseño precioso. ¡Sin lugar a dudas un momento especial!

Éste nos costó 10.000€ por poner un ejemplo. Pasado el tiempo nos vemos en una necesidad, en apuros económicos importantes, y necesitamos liquidez inmediata; vamos, que nos cortan la luz mañana, que no podemos pagar el colegio de los niños y se nos juntan ya tres recibos de la hipoteca sin pagar.

La Venta

¡Benditos sean mis bienes, que remedian mis males!

Después de tratar las cosas en pareja y ante la situación tomamos la decisión de vender nuestro anillo. Pensamos entonces que por lo menos nos darán 6 o 7 mil euros ¿No? Comienza un periplo en busca de poder vender nuestro anillo de forma urgente. Vamos a todas las casas de compra-venta que nos cruzamos por el camino y descubrimos con tristeza y angustia que parece que nuestro anillo no vale nada, y al final el que más nos ofrece son 2.500€. Miramos al cielo y replicamos ¡Por qué Señor, por qué! ¡Con la falta que nos hace!

Analicemos “por qué” quién más nos ofreció fueron 2.500€.

Vamos a hacer un sencillo cálculo para entender el concepto de lo que en el IGM llamamos la Regla de 4. Es decir, el por qué no nos van a pagar por nuestro anillo más de la cuarta parte de su valor de mercado.

La Regla de 4

Si cuando compramos nuestro anillo en la joyería pagamos por él 10.000€, es porque casi con toda seguridad el coste del anillo es de 5.000€ como mínimo. La diferencia de los 5 a los 10 mil es el margen de beneficio de la joyería, es decir, el propio beneficio del que se pagarán también el gasto de los empleados, el alquiler, el seguro, la luz, etc. ¡Y eso sin contar impuestos!

Lo que está claro es que nadie que se dedique a la compra-venta de joyas le va a ofrecer el costo del anillo, porque para eso se lo compran al proveedor directamente cuando tengan el cliente y la venta asegurada, y además, éste le dará facilidades en el pago, para más inri.

¿Qué sucede entonces? Pues lo lógico, que en el mejor de los casos le estarán ofreciendo en torno al 25% de su valor de mercado. El lógico, pero poco digno “justiprecio” para la reventa de nuestro anillo.

El Empeño

Ahora que ya tenemos claro el concepto y el por qué de lo que nos ofrecen empezamos a pensar en otras posibilidades para salir del apuro utilizando nuestro anillo. Y empezamos a escuchar por la calle, ¡EMPEÑOS, EMPEÑOS!, ¡EMPEÑE SUS JOYAS!, y pensamos “¿por qué no? puedo empeñar mi anillo y recuperarlo cuando me paguen lo atrasado” y sigo pensando “con 2.500€ tapo algunas cosas aunque no me soluciona mi problema totalmente, pero bueno, es una opción”.

Entonces probamos suerte y volvemos a quedarnos atónitos al descubrir; primero, que para el empeño nos ofrecen en lugar de los 2.500 euros, 2.000€ argumentando que tienen que esperar el tiempo, el riesgo a que no lo recoja, las cotizaciones, bla, bla, bla. Y segundo ¡OJITO! Porque los porcentajes de comisión pueden llegar hasta el 20 o 25% sobre lo prestado y además SE LO COBRAN MENSUALMENTE.

Y analizando y haciendo unos sencillos cálculos piensa; “yo no me volveré a hacer con algo de dinero por lo menos hasta dentro de cuatro o cinco meses, por lo que multiplicando por los intereses que me cobran mensualmente por mi anillo, éste me sale por un ojo de la cara. ¡Tampoco lo puedo empeñar!

El Empeño en el Monte de Piedad

Entonces nos acordamos de que está el Monte de Piedad y pensamos ¡éstos no me van a engañar! Sale corriendo y se presento allí, coge número y ve que delante de usted tiene a 216 personas. Bueno, pues a sentarse y esperar. Llega el turno y se acerca a la ventanilla, el tasador recoge su anillo y comienza su tasación. Segundos después le dicen: Señor, el valor de préstamo de su anillo es de 1.300€. ¡Qué venga una ambulancia que me ha dado un pasmo!

¿Cómo es posible esto? Se lo voy a explicar. Lo bueno del Monte de Piedad es el porcentaje que le aplican, viene estando en torno al 10 o 12% contando con todos los gastos, algo normal y lógico en el mercado financiero. También puede renovarlo anualmente pagando solo los intereses.

Lo malo es que al ser un préstamo con garantía prendaria la tasación es muy baja,  ya que se cubren ante posibles fluctuaciones del mercado por la larga duración del préstamo, y realmente así también se aseguran que en la mayoría de los casos, la gente recupere el bien empeñado o tenga una fácil salida en subasta pública. El Monte no piensa en comprar su joya, sino en prestarle un dinero con la garantía de su joya, lo que es totalmente diferente. Piensan que con lo que le ofrecen podrá resolver el problema más acuciante y regresar a por su anillo. Lo malo es que en la mayoría de los casos el importe prestado no cubre las necesidades del interesado.

Las Subastas

Pensamos ¿y si lo subastamos? Las subastas tienen sus pros y sus contras. Analicémoslas.

A mi juicio tienen más contras que pros. Primero se necesita contar con al menos de 2 a 4 meses para, en el mejor de los casos, recibir el efectivo por la venta del bien, y si andamos con la soga al cuello no solemos disponer de ese tiempo.

Lo segundo es que le diremos al empleado de la sala; mire, este anillo lo compré hace dos años y me costó 10.000€. Ellos se nos quedarán mirando, en silencio, y nos dirán, ¿y?, mire esto no funciona así, si usted quiere que su anillo se venda tenemos que ponerle un precio de salida atractivo, un precio que sea atrayente para el público, -y entonces nos dirán-, yo le recomendaría que lo pongamos en un precio de salida de unos 2.500€. Usted pensará ¡menos mal que estoy sentado! Es lógico, o tiene su lógica.

Es similar a lo tratado anteriormente. Aunque opino que en 4.000€ seguiría siendo igual de atractivo para el público, pero claro, ellos tendrán más posibilidades de realizar la venta si el precio de salida es más bajo. Aún así, piensen que pueden ocurrir tres cosas si deciden dejarlo para subastar: La primera y positiva, la del “pro”, es que llegue el día de la subasta y resulte que todo el mundo se interesa por su anillo, y éste empieza a subir y subir y subir, a veces sin una lógica evidente, aunque esto no suele ser lo habitual, más bien todo lo contrario.

Lo segundo y tercero más probable es que su anillo no se venda o lo que es lo mismo, que la puja quede desierta, por lo que habrán perdido varios meses y encima tendrán que pagar los gastos de catálogo, seguros, sala, etc. ¡Ay, ay, ay! O que se venda en el precio de salida o muy cerca de éste, por lo que le cobrarán una media de un 20% de gastos que descontarán del valor de venta del anillo. Vamos que nos quedaremos por debajo de la cuarta parte comentada. ¡Ya no puedo más!

Lamentándolo mucho no existen más opciones en el mercado a día de hoy, salvo intentar vendérselo a otro particular y eso es como buscar una aguja en un pajar.

Antonio R. Nolasco

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