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Fiebre del oro entre los inversores

(OroyFinanzas.com) – Visitando alguna de las ferias especializadas en inversión te das cuenta de que el stand que más gente tiene, en el que ves más ajetreo, es el de los vendedores de oro. Que no se me enfaden, no quiero que suene a afirmación con carga peyorativa.

Sin embargo, al igual que el Libro Beige de la Fed, no está de más a la hora de construir juicios de valor apoyar los mismos en las evidencias cercanas. En este sentido, el oro ha dejado de ser algo extraño. De hecho, acumula alguno de los rasgos propios de una moda.Ya no es un vehículo de inversión ajeno al reparto de activos dentro de las carteras.

Al contrario; cuando leemos que el endowment de la Universidad de Texas (EE UU) tiene un 5% de su patrimonio en barras físicas de oro depositadas en un banco de Nueva York, no nos extrañamos. Cuando alguien pide diferenciar entre un ETF de oro con posibilidad de entrega física o no, tampoco nos extraña… Incluso antes de todo esto, compañías como Kinross o fondos de inversión como el BlackRock BGF World Gold o Amundi International SICAV, ya hablaban del oro.

¿Por qué capta el interés de los inversores de forma tan intensa (actualmente el 39% de la demanda mundial de oro se considera que tiene fines “inversores”)? Son probablemente varios los hechos que han resaltado el valor del oro en estos tiempos y, aunque sea conocido, no está de más recordar porqué la gente demanda oro.

De forma tradicional, el oro ha tenido unos demandantes con origen en la joyería y en ciertos procesos industriales. También bancos centrales, y el FMI que actuaba de regulador. Lo clásico.

Pero, además ha crecido de forma acelerada la demanda financiera. Los financieros demandan oro por motivos sencillos: ante la pérdida de valor del papel moneda (en especial si son monedas de referencia), ante procesos inflacionistas por su capacidad para mantener el valor, ante el miedo a un evento sistémico como los que hemos visto han puesto a prueba los sistemas financieros…, a tenor de todo ello, demandan oro.

Por su parte, la oferta cuenta con una estructura relativamente rígida que crece alrededor del 4-5% anual desde hace unos años. En ausencia de la demanda financiera reciente, el oro era más predecible en su comportamiento. Ahora los flujos de entrada y salida, ante eventos financieros, se convierten en una espada de Damocles para los que tratan de predecir el precio del oro. Puede ir muy bien… o dejar de hacerlo. Atendamos a los hechos:

– Las matrices de correlación que observemos frente a las categorías de activos más tradicionales señalan al oro como un gran descorrelacionador en carteras, que es capaz de comportarse de forma diferente y que ha escapado a los procesos de pánico recientes.

– A medida que el período de análisis se hace más corto, la correlación entre el oro y la renta variable ha crecido. No es un activo risk on – risk off, pero empieza a ganar rasgos más propios de las categorías de activos identificables con la renta variable.

– La volatilidad individualmente considerada del oro ronda el 20% (según el período).

Puesto todo esto en la coctelera tendríamos un activo que en grandes carteras descorrelaciona. En su contra, que tiene niveles de volatilidad elevados. ¿Entonces? Si el retorno esperado se hace menos previsible, derivado del comportamiento de la demanda financiera, lo que tenemos es un activo que – permítanme – pierde brillo.

No decimos que vaya a subir o bajar en el próximo trimestre, ya que hemos introducido en los modelos demasiado “ruido”. Esta tarea ahora es menos sencilla que antes. Haciendo el cuento corto: parece un activo que en carteras con una cierta exposición a activos de riesgo (renta variable), va a seguir actuando como buen descorrelacionador, si bien su rumbo aparece mucho más difícil de predecir.

Juan Luis García Alejo, director general de Inversis Gestión

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