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El patrón oro, también una cuestión de poder y hegemonía

(OroyFinanzas.com) – Es evidente que hay una relación entre el buen o mal gobierno de las monedas fiduciarias y el precio del oro. Cuando la gente estima que las monedas nacionales se van a depreciar, como resultado de lo que consideran políticas monetarias y fiscales demasiado expansivas, insostenibles a medio y largo plazo, aumenta la demanda de oro y se dispara su precio claro.

Así ocurrió durante las crisis del dólar americano durante los años 70 del siglo pasado [1] y ha vuelto a ocurrir desde mediados de los años 2000; lo que se ha constatado con más intensidad tras el estallido de la crisis financiera en los años 2007 y 2008. Es de todos bien conocida esta propiedad del oro como valor refugio [2] del poder adquisitivo de los ahorradores, que ha sido “testada” y funcionado realmente bien a lo largo de muchos años (siglos).

Fuente imagen: Wikipedia commons [3]

Otra cosa bien distinta es defender una vuelta al patrón oro, pero que muy distinta. Supone dar unos cuantos pasos más allá para cambiar no sólo el sistema monetario tal y como lo conocemos, sino también las reglas de juego de la sociedad en una economía de mercado. Es este precisamente el núcleo de la conversación que mantuve sobre este tema con Luís Iglesias en su programa “Conversaciones en libertad” [4].

Hablamos allí de las condiciones necesarias para poder mantener un sistema de patrón oro, de sus consecuencias económicas y sociales, de cómo fijar o bien dejar libre el precio del oro, así de cómo se conduciría la política monetaria bajo ese régimen de emisión de moneda. Como ven, no es poco.

El oro y la hegemonía mundial

En otros trabajos me he centrado en las implicaciones técnicas de esta cuestión [5]. Ciertamente son muy relevantes pero me atrevo a decir que de segundo orden comparadas con las consecuencias políticas que acarrearía esta decisión; tanto en lo referente a los cambios

(1) de modelo social y económico [6] que traerían aparejados como

(2) a los que resultarían por la disputa de la hegemonía económica mundial. Y es a estas últimas a las que me referiré, si quiera brevemente, a continuación.

Los países que a lo largo de la historia reciente han impulsado un sistema de patrón oro como norma de regulación de la oferta de dinero a escala internacional han sido siempre, y no por causalidad, los países más prósperos y poderosos económica y políticamente. Así lo fue la Inglaterra del siglo XIX (hasta la “Gran Guerra”) y así lo fue EEUU tras la Segunda Guerra Mundial (al menos entre los países democráticos y las economías de mercado).

Cierto es que los sistemas de patrón oro liderados por ambos países distan mucho de ser iguales; pero al menos sí compartían la existencia de un anclaje final de sus monedas nacionales en el oro a una paridad o precio fijo. A ambos países les convino en cada momento histórico la estabilidad del sistema monetario, lo que les permitió expandir sus operaciones comerciales y financieras por todo el mundo. Y es que no descubro el Mediterráneo cuando afirmo que una moneda estable es un requisito esencial para la prosperidad comercial y económica.

¿Quién lideraría el cambio a un patrón oro ahora?

EEUU sería el primer candidato; es la superpotencia política y militar del mundo, así como aún la principal economía mundial. Además, es el principal poseedor de reservas oficiales en oro (alrededor del 25% del total mundial). A pesar de todo ello, no creo que de verdad apueste por volver al patrón oro. La razón es sencilla; ha dejado de ser desde hace décadas la economía más productiva del mundo. Tiene una balanza comercial muy, muy deficitaria desde los años 70, que ha de financiar año a año con entradas de ahorro exterior en forma de préstamos. Hasta ahora, el hecho de emitir su deuda en la aún principal moneda de reserva internacional le permite financiarse más fácilmente y sin duda a un bajo coste.

De adoptar el bajo el patrón oro clásico [6], gobernado por el Estado, ya no sería así. Al quedar fijado el tipo de cambio del dólar con el oro, ante el recurrente déficit comercial americano, la Reserva Federal de EEUU habría de utilizar el oro de sus reservas para mantener la cotización del dólar; ello conllevará salidas netas y masivas de oro a los países con quienes mantienen ese déficit comercial (China, países del sudeste asiático y algunos países europeos). En pocos años, la Reserva Federal agotaría sus reservas de oro y la potencia económica encargada del “manejo” del patrón oro habría de suspender la relación con el oro y devaluar su moneda.

En definitiva, en muy poco tiempo la dinámica de funcionamiento del patrón oro revelaría los enormes desequilibrios de países como EEUU, ya que pronto impondría costes y límite al insostenible exceso de gasto que la economía americana, tanto de agentes privados como del Estado; exceso de gasto que aún puede permitirse precisamente porque los actuales patrones monetarios, puramente fiduciarios, permiten un manejo más “flexible” de la moneda y así esquivar (que no evitar) por un tiempo el ajuste del gasto que más tarde o más temprano habrá de llegar.

Juan Castañeda

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