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Cambios en política monetaria para que funcione el monopolio de emisión (III)

(OroyFinanzas.com) – Fernando Méndez Ibisate explicó en la entrevista anterior que es el monopolio de emisión de moneda que conocemos en la actualidad [1] y sus consecuencias en la sociedad si no se supervisa correctamente. En esta tercera parte de la entrevista con Javier Santacruz Cano explicará siguiendo el ejemplo de Nueva Zelanda como podría funcionar un banco central y como debe cambiar nuestra actitud hacia el sistema monetario y financiero.

Fernando Méndez Ibisate

OroyFinanzas.com – A su juicio, ¿qué aspectos deberían cambiar en la política monetaria? ¿Podría dar algún ejemplo concreto?

Considero que los cambios son, sobre todo, de actitud general frente a cierta “arrogancia” (como dijo Hayek) mostrada por los técnicos (economistas) y los políticos que acuden o utilizan a los técnicos para manipular o aprovecharse del propio sistema, siempre con el argumento o escusa de que el sistema no funciona correctamente o lo hace con “fallos” (en la creencia de que existe un mundo perfecto o ideal) y que sus manipulaciones o intervenciones resolverán tales problemas.

Así, posiblemente lo primero sea cambiar la creencia de que la economía y, por consiguiente, la moneda o los mercados financieros (como parte de la misma) son fácilmente manipulables, controlables o dirigibles y que, de hacerlo así, las consecuencias no van mucho más allá de las que el propio manipulador, político o técnico, pueda prever o considerar. Por lo que lo más inmediato sería reducir al máximo, mediante mandato legal o constitucional y con mecanismos de independencia (también en los nombramientos implicados), tanto la discrecionalidad de actuación de las autoridades monetarias y políticas, como la capacidad de intromisión del poder político [2] –de las decisiones del presupuesto (gastos e ingresos públicos)– en las decisiones de la autoridad monetaria. Circunscribiendo la misión de ésta a la vigilancia absoluta de la estabilidad del valor de la moneda.

En diversos países, entre ellos Nueva Zelanda, se puso en marcha a finales de los ochenta y en los noventa ciertas normas o reglas que, además de otorgar plena independencia del banco central respecto del Gobierno [3] (ministerio de Hacienda), condicionaban el mandato, el sueldo e incluso el cargo o puesto de las autoridades monetarias al logro de unos objetivos –normalmente establecidos en forma de tasas de inflación o de pérdida del poder adquisitivo de la moneda– muy estables, es decir, que no se alteraban de forma continuada salvo cambios profundos (estructurales) en las condiciones de la economía y, por cierto, cuya medición quedaba lógicamente fuera de las manos de dicha autoridad monetaria, en un organismo estadístico independiente del banco central.

Reglas claras, sin excepcionalidades ni huecos o gateras para que cualquier autoridad competente pueda saltárselas y actuar de forma arbitraria. Y un único objetivo claro, definido, de estabilidad en el valor del dinero. Con reglas así, los agentes económicos establecerían de forma más clara y definitiva sus expectativas y difuminarían la posibilidad de inconsistencia temporal de las autoridades.

OroyFinanzas.com – Los instrumentos de política monetaria como la Regla de Taylor ó, por el contrario, los modelos de equilibrio dinámico con curva de Phillips [4], ¿merecen una revisión ó todavía son válidos para instrumentar la política monetaria?

Se han mostrado a todas luces inútiles. Después de todo, las autoridades creen poder tener o lograr el manejo de las variables monetarias o de la política monetaria (también lo creen en el ámbito de la economía en general), lo que no es cierto ni es así. Ni la Fed o el BCE tienen capacidad de manejar siquiera su oferta monetaria (en sentido amplio o extenso) o la cantidad de dinero [5] completamente; ¡cuánto menos podrán hacerlo sobre la liquidez total y el valor del dinero!

Pueden lograr objetivos determinados (concretos) a muy corto plazo o lograr amortiguar tendencias a medio plazo, pero con ello impedirán el objetivo primordial del dinero, ese que proporciona su necesidad o determina su existencia como institución y como bien, que es la estabilidad de su valor. Los vaivenes de las políticas monetarias o de las medidas (reglas, instrumentos, etc.) de las autoridades son reflejo de tal imposibilidad o impotencia de actuación. Especialmente dañinos se han mostrado los dos modelos o reglas que se mencionan en la pregunta en las últimas décadas.

En un sistema financiero o monetario como el que tenemos en casi todo el mundo, de banco central, la política monetaria a seguir es la de manejar o mover lo menos posible o nada los instrumentos al alcance de la autoridad (logrados u otorgados por su monopolio de emisión); y cuando se decida alterarlos, por ajustes a las condiciones cambiantes a largo plazo de las economías (productividad, tecnología, organización,…) –fíjese que estoy hablando de cambios a largo o muy largo plazo–, anunciarlos muy claramente, con tiempo suficiente y sin sorpresas ni cambios y, lo que es realmente difícil, evitar los problemas de inconsistencia temporal reduciendo al mínimo –siempre– la discrecionalidad de actuación de las autoridades monetarias mediante algún ancla o regla constitucional.

Esa debiera ser la política económica a seguir por las autoridades monetarias, siempre bajo el mandato principal de mantener lo más estable posible el valor del dinero.

Entrevista completa:

Fernando Méndez Ibisate: Historia del valor del dinero (I) [6]

Monopolio de emisión de moneda y sus consecuencias en la sociedad (II) [1]

Cambios en política monetaria para que funcione el monopolio de emisión (III) [7]

Expansión monetaria y posibles consecuencias de la inflación (IV) [8]

Este artículo forma parte de una serie de entrevistas semanales con los economistas mas destacados de España y Latinoamérica sobre el dinero, la política monetaria y el sistema financiero. Para leer las otras entrevistas actualizaremos esta página todas las semanas “Entrevistas sobre el dinero, la política monetaria y el sistema financiero [9]” y explicamos por qué preguntamos sobre estos temas.

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