Los políticos del Reino Unido han desarrollado un profundo euroescepticismo

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(OroyFinanzas.com) – Desde hace varios lustros, los políticos del Reino Unido han desarrollado un profundo euroescepticismo. Este fenómeno no es nuevo ya que ha servido de base de la política exterior de Su Graciosa Majestad desde la creación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero y, años después, la creación de la Comunidad Económica Europea.

La adhesión del Reino Unido a la Comunidad Europea en 1974 no acabó con los recelos que las autoridades británicas tenían hacia el “núcleo duro” de poder formado por Francia y la República Federal de Alemania. Simplemente, el objetivo fue beneficiarse de un tratado de libre comercio o de libre circulación de capitales y personas.

Este euroescepticismo se convirtió en una crítica sana en los tiempos de Lady Margaret Thatcher. En el discurso que pronunció en 1987 ante el Colegio de Europa en Brujas, la Primera Ministra británica advirtió de las malas consecuencias que tendría convertir Europa en un régimen de corte estatalista, intervencionista y alejado de los ciudadanos.

Fue de las pioneras que denunciaron la creación de una burocracia y unas instituciones que nadie ha votado –con la excusa de que los ciudadanos eligen a sus representantes nacionales y estos a su vez, a los europeos—y por tanto, tomadores de decisiones en beneficio propio que alteran la actividad económica. Parece que el tiempo está dando la razón a la recién difunta Lady Thatcher.

En este sentido, el diario inglés The Times ha publicado un artículo cuyo autor es uno de los ministros más conocidos de los últimos gabinetes de Thatcher, el conservador Nigel Lawson. En esta nota, Lord Lawson se posiciona favorable a la salida inmediata del Reino Unido de la Unión Europea. Para defender esta posición, el autor sostiene que los costes (y en especial los costes regulatorios) que supone estar dentro del mercado único son superiores al coste económico de salir de Europa. La creación de un monstruo regulatorio manifiestamente intervencionista es la causa última que provocaría la salida del Reino Unido y que, en las últimas semanas, está considerando el Primer Ministro David Cameron.

Esta posición, a juicio del autor, no supone negar los beneficios que el mercado único ha dado a la Gran Bretaña. Sin embargo, en este momento, los nuevos proyectos de continuación de la integración europea –unión bancaria, unión fiscal, supervisor único en materia financiera, nuevo corpus regulatorio,…- suponen la creación de un área económica compacta con una moneda fuerte y una gran concentración de los movimientos de capital y la riqueza. El reforzamiento de la Zona Euro significa, por tanto, la creación de un competidor frente a la City de Londres, la cual supone ¡el 15%! del PIB inglés.

Después de esta justificación –y ofreciendo varios datos del ahorro de costes regulatorios si el país sale de Europa- Lord Lawson propone la salida de Europa. Sin embargo, cree imprescindible la firma de un tratado de libre comercio parecido al que tienen países como Noruega, Islandia o el Principado de Liechtenstein. La estrategia propuesta podría definirse de la siguiente forma: Reino Unido quiere seguir disfrutando de los beneficios de la Unión Europea pero repudiar sus costes.

En esta estrategia de salida subyace una idea de fondo: la prioridad para Inglaterra es mantener el poder de la City de Londres. La mal llamada Tasa Tobin y la unión bancaria son dos medidas que van en contra de los intereses de la City, perjudicando gravemente la libertad de movimiento de capitales y de estrategia de bancos, fondos de inversión y hedge funds.

Sin embargo, el poder de la City no se puede sostener en ninguno de los casos. El crecimiento cada vez mayor de las transacciones denominadas en euros está desplazando a la libra esterlina a un papel que llegará a ser meramente testimonial. Desde hace varios años, Londres ha dejado de ser el centro financiero más poderoso del mundo y por el que pasaba el grueso de las transacciones comerciales y financieras a nivel mundial. En este momento, la City sostiene gran parte de su negocio gracias a su papel de puerta de entrada a Europa.

Por otro lado, la exigencia de un tratado de libre comercio con la Unión Europea no exime al Reino Unido de encontrarse con importantes barreras comerciales. Países como Noruega o Suiza que firmaron sendos tratados de libre comercio con la Unión Europea tienen aranceles muy significativos sobre sus productos más conocidos (relojes, queso o el salmón noruego). El coste de las barreras al comercio es un coste que debería considerar Lord Lawson y que inclina la balanza definitivamente hacia el lado de quedarse en la Unión Europea.

Esta propuesta del antiguo Ministro del Tesoro de Su Majestad contiene una gran parte de verdad, en tanto en cuanto entronca con las advertencias que hizo en su momento Lady Thatcher. A pesar de esto, los costes en los que incurriría el Reino Unido si decide salir de Europa serían sustancialmente mayores que los que soporta en la actualidad. El futuro parece encaminarse hacia la reforma de las relaciones del Reino Unido con la UE y, muy probablemente, ampliando el llamado “cheque británico”.

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Sobre el autor

Javier Santacruz Cano
Economics Student at Universidad Complutense and Master in Essex.
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