(OroyFinanzas.com) – El discurso ante la Asamblea Anual del Banco Internacional de Pagos de Basilea [1] (BIP)de su Director Gerente, Jaime Caruana, está teniendo una repercusión extraordinaria en los circuitos económicos y financieros. La reelección de Caruana al frente del BIS viene acompañada de un refuerzo extraordinario de su figura y otorga la autoridad suficiente para enfrentarse a las decisiones de política monetaria de los principales Bancos Centrales del mundo.
Caruana subraya, en primer lugar, el papel de los Bancos Centrales como sostenedores de la actividad económica. Gracias a la expansión brutal de los balances de la Banca Central –de 10.000 billones de dólares a más de 20.000 billones de dólares– y el crecimiento vertiginoso de la Deuda Pública –ha crecido en 23 trillones americanos de dólares desde 2007– las economías han evitado un colapso mundial.
Sin embargo, estas medidas han creado en el sistema económico una gran dependencia. Por ejemplo, en Estados Unidos la recuperación económica es muy débil; más de media Europa ha vuelto a la recesión y los países emergentes están recortando sus previsiones de crecimiento. La acumulación extraordinaria de riesgos ha provocado una nueva oleada de expansión monetaria [2] capitaneada por la Fed, el Banco de Inglaterra [3] y el Banco de Japón [4]. El futuro de estas economías se ha hecho claramente dependiente de las inyecciones de liquidez y la creación de deuda.
Esta situación de medidas excepcionales –aunque no hay nada más permanente que lo transitorio– está sosteniendo la financiación de empresas muy apalancadas (muy endeudadas) a largo plazo, además del crecimiento del crédito al sector privado en algunos países, el aumento sustancial de los índices bursátiles y la caída de los tipos de interés de la deuda soberana.
El papel que ha adquirido la política monetaria no puede sostenerse por mucho más tiempo. Las crisis económicas son fenómenos en los que los agentes económicos purgan sus excesos de gasto e inversión, reduciendo sus deudas y aumentando el ahorro. En una gran parte de las economías avanzadas, la deuda de familias y empresas sigue siendo muy alta y el proceso de ajuste, por tanto, no ha acabado. Una economía centrada en la reducción de su apalancamiento no responde a estímulos monetarios conducentes a un mayor gasto y mayor deuda.
Jaime Caruana reconoce la inefectividad de nuevas facilidades monetarias: “Y, en la gran mayoría, más estímulos no podrán avivar el crecimiento de la productividad ni eliminar las barreras que imposibilitan que un trabajador se mueva hacia sectores pujantes”. La financiación del crecimiento económico con deuda provoca graves distorsiones en las estructuras productivas e impide una adecuada asignación de los recursos, premiando a las malas inversiones y penalizando las buenas inversiones.
“En suma, el balance de costes y beneficios generado por las continuas facilidades monetarias se está deteriorando. Todo este “tiempo prestado” debería ser usado para restablecer los fundamentos de un sólido crecimiento económico a largo plazo. Esto incluye el fin de la dependencia en la deuda, mejorar la flexibilidad de la economía para fortalecer el crecimiento de la productividad, completar una reforma regulatoria y reconocer los límites de qué pueden y deben hacer los Bancos Centrales”, asegura Caruana, al cual, dicho sea de paso, no le falta razón.
La necesidad de retirada de las medidas extraordinarias de liquidez exige, según Caruana, del concurso de todas las Autoridades Monetarias y de una cierta gradualidad. No pueden eliminarse de golpe, puesto que se provocaría una nueva recesión, una caída generalizada de las Bolsas y la subida de las primas de riesgo [5] de la deuda soberana. Por ello, la rebaja de las facilidades monetarias tiene que ir acompañada de reformas estructurales de calado.
Los países donde se puede apreciar un deterioro mayor del actual statu quo son los asiáticos. La ralentización del crecimiento en China y sus graves problemas de liquidez [6] anticipan un agotamiento considerable de la política económica basada en la creación masiva de crédito. Por ello, las reformas orientadas a mejorar la competitividad y el crecimiento de la productividad son imprescindibles, a juicio de Caruana, si queremos evitar un derrumbamiento generalizado de la economía, acompañado de un tsunami de deuda impagable.
Fuente: Discurso de Jaime Caruana ante la Reunión Anual del BIS [7]
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