(OroyFinanzas.com) – El descubrimiento de una red de espionaje masivo en los Estados Unidos dirigido desde el Gobierno ha provocado un aluvión de críticas a la Administración Obama. Al igual que en los tiempos de Richard Nixon y el escándalo Watergate, el presidente Obama se escuda en la necesidad de controlar la vida de los ciudadanos por seguridad nacional. No sabemos cuánto tiempo tardará este gobierno en perder el favor de la propaganda políticamente correcta mundial. Probablemente, tenga que someterse al mismo proceso de desprestigio que en los tiempos de Nixon.
Dos medios de comunicación, New York Times y The Guardian, han publicado que Verizon ha cooperado de una forma muy intensa con la Agencia de Seguridad Nacional para espiar masivamente a los ciudadanos. Los resultados de este espionaje y el trabajo de recopilación de datos han dado lugar a una inmensa base de datos –PRISM– con capacidad de introspección en la información que contienen los servidores de las nueve compañías de Internet más importantes del mundo: Google (Drive o Gmail), Facebook, Twitter, Skype, Yahoo, PalTalk, AOL, Apple y Youtube. Según el diario The Washington Post, PRISM cuenta con 20.000 millones de registros telefónicos y correos, de los cuales se conoce una muy pequeña parte.
La existencia de PRISM y su gestión es materia reservada cuyo conocimiento y control depende de la Comisión de Secretos Oficiales. En este momento, gracias a las filtraciones que ha hecho a la prensa un joven trabajador, Edward Snowden, que se encuentra huido en Hong Kong, el PRISM ha quedado desclasificado. Las informaciones parecen ser sólo la punta del iceberg, dada la gravedad de los hechos.
Este escándalo de espionaje se suma al famoso caso Wikileaks, en el cual un soldado americano filtró a Wikileaks y su dueño, Julian Assange, [1] millones de documentos que recogían cables diplomáticos y órdenes de la inteligencia americana. En este momento, el soldado está siendo juzgado de forma sumarísima por alta traición según la justicia militar.
Estos dos casos de espionaje masivo de las comunicaciones están plenamente justificados, a juicio del poder, tras los atentados del 11-S. Desde ese momento, la Agencia de Seguridad Nacional redobló su poder a la sombra del Pentágono (Ministerio de Defensa) y adquirió plenos poderes para intervenir toda la información que considerara relevante para conservar la seguridad nacional.
La creación en 2007 del programa PRISM es una muestra más del perfeccionamiento de las técnicas de espionaje que actúan sin control y sólo son conocidas, hasta ahora, por la Comisión de Secretos Oficiales. Una vez más, la obsesión por la seguridad esconde objetivos mucho más perversos: la voluntad de controlar a la ciudadanía con un inmenso Gran Hermano orwelliano.
Fuente: Zero Hedge [2], El Mundo [3],
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