(OroyFinanzas.com) – El control del déficit presupuestario en varios países de la Zona Euro es una batalla perdida. Los distintos Gobiernos pretenden controlar el agujero presupuestario mediante subidas de impuestos y mínimos recortes del gasto público. La negativa del Estado a perder peso en la economía lleva a sucesivos fracasos en el proceso de consolidación fiscal y, por tanto, la petición de más flexibilidad en los objetivos de déficit y el amparo del Banco Central Europeo.
Esta situación sostenida de forma artificial por la política del BCE va a ser acompañada de maquillaje en las cifras de déficit. La Comisión Europea muestra una vez más un doble rasero: por un lado, exige la reforma de los servicios de estadística para evitar manipulaciones contables pero, por otro lado, permite enjugar las cifras de déficit excluyendo partidas y ocultando gastos.
En este sentido, países como Grecia, Portugal, Italia o incluso España volverán a aplicar técnicas de maquillaje contable que, en otros tiempos, fueron condenadas y elevadas a escándalo público por parte de los burócratas de Bruselas. En este momento, sus gobernantes celebran como un triunfo indiscutible la puesta en marcha de la ortodoxia keynesiana para enjugar sus gravísimos problemas económicos.
La “contabilidad creativa” se aplicará, en primer lugar, a la inversión en obra civil. Bruselas está estudiando la elaboración de un Plan europeo de construcciones públicas para reducir temporalmente el desempleo. Los analistas más críticos con estos planes recuerdan que son pura praxis keynesiana que se ha demostrado una y otra vez ineficiente, despilfarradora de recursos e incapaz de crear empleo estable y duradero. Los españoles pueden ver en estas inversiones una especie de Plan E pero con más dinero y sin Zapatero.
Responsables como el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso o el Comisario de Asuntos Económicos Olli Rehn, reconocen abiertamente que hay gastos que no deben incluirse en las cifras de déficit por su carácter “coyuntural” o “extraordinario”. Sin embargo, la deuda generada ni va a ser “coyuntural” ni es “extraordinaria”. Más bien será otra losa más que pesará sobre las espaldas de los contribuyentes y sus descendientes por varias generaciones.
Fuente: DWN [1]
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