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Gobierno argentino fabrica ropa y la experiencia de Simon Black

(OroyFinanzas.com) – La realidad económica y social de la Argentina es descrita por Simon Black desde la perspectiva de un occidental que conoce, por accidente, este país. La imposibilidad de viajar a Sudáfrica por no haberse vacunado de fiebre amarilla ha permitido a Black una observación, siquiera a “vista de pájaro” de la economía y la sociedad argentinas.

Black describe la Argentina como un régimen sometido a la voluntad de la Presidenta. Un país que cuenta con una riqueza inmensa en recursos naturales, debería ser inmensamente rico, según Black. Esa idea, como tantas veces hemos señalado desde OroyFinanzas.com, es un profundo error: no son los recursos naturales los que condicionan la riqueza o pobreza de un país. Son las instituciones, tanto políticas como económicas, las que condicionan el desarrollo de las naciones.

Mientras otras naciones como Colombia o Chile se orientaron hacia el capitalismo, Argentina sigue los pasos de Venezuela: convertirse en una república bananera donde reina la inseguridad jurídica, el despotismo y la arbitrariedad. El poder legislativo ha sido fagocitado por el poder ejecutivo, hasta el punto de convertir a la Presidenta en una especie de soberana, pero sin corona.

Las decisiones económicas y sociales de los individuos están limitadas y controladas por el Estado. Existen controles en cada uno de los sectores económicos del país. En este sentido, los controles no sólo afectan a los precios, también tienen una gran repercusión en los medios de comunicación –leyes mordaza o creación de medios con financiación pública–, en los movimientos de capital o en las exportaciones.

Sin embargo, el principal problema del país del Cono Sur es la moneda. Tanto el valor externo –los tipos de cambio– como el valor interno –la inflación [1]– del peso se encuentran por los suelos y fuera de control. La existencia de un mercado negro de cambios entre dólares y pesos trae de cabeza al Gobierno, puesto que revela hasta qué punto la capacidad adquisitiva de la divisa nacional está decreciendo exponencialmente.

Esta situación agónica ha obligado al Gobierno a intensificar la represión financiera [2]. Su intervencionismo llega hasta tal punto que el Estado se ha convertido en promotor de una línea de moda de bajo coste. Según el Gobierno, los precios suben por culpa de los especuladores e inversores extranjeros que quieren hundir la Argentina. Por ello, el Gobierno quiere ofrecer a la Nación ropa a precios no superiores a 100 pesos ó 20 dólares según el cambio oficial.

La creación de esta marca de ropa gubernamental es un paso más en el camino de la represión financiera. Este acto de ingeniería social, en suma, no es novedoso. En los países que durante décadas sufrieron la lacra del comunismo y la planificación centralizada, se dieron este tipo de fenómenos represivos.

A pesar de esta realidad, muchos economistas y personajes relevantes en España y Europa siguen sin ver la destrucción de la Argentina y alaban, en cierta medida, las políticas económicas de devaluación e inflación. Como bien dice el Profesor Carlos Rodríguez Braun, “si la solución a los problemas económicos fuera la devaluación, Argentina sería el país más rico y Suiza el más pobre”

Fuente: Sovereign Man [3]

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