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Lecciones de la prohibición de poseer oro en la Gran Depresión

(OroyFinanzas.com) – Uno de los fenómenos más flagrantes de represión financiera [1] en el terreno del robo o confiscación de las propiedades de los ciudadanos [2], fue la prohibición de poseer oro físico de inversión que impuso el presidente de los EE.UU Franklin Delano Roosevelt en 1933. La Orden administrativa 6102 se firmó el 5 de abril de 1933. A partir de ese momento, quedaba prohibida la posesión de “monedas de oro, lingotes de oro y certificados de oro en el territorio de los Estados Unidos”.

La Orden obligaba a los tenedores de oro físico de inversión en las tres formas indicadas –monedas, lingotes y certificados– a acudir a una sucursal de la Reserva Federal para entregar sus posesiones de oro a cambio de dólares, a un precio de convertibilidad de 20,67 dólares por onza.

La confiscación del oro en posesión de los ciudadanos norteamericanos no es más que un ejemplo de nacionalización de un activo, en este caso el oro físico de inversión. El Estado tiene un poder ilimitado para nacionalizar las propiedades a su antojo puesto que lo hace apelando al “interés general”.

En este caso, estrictamente no se trataba de una nacionalización, puesto que la Reserva Federal era un banco privado –todos los Bancos Centrales hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX eran privados y respondían ante sus accionistas– y, por tanto, sólo podemos hablar de “robo” más que de nacionalización.

Sobre esta confiscación del oro privado se extendió un espeso manto de silencio en los medios de comunicación social. El día que entró en vigor la Orden, el diario The New York Times abrió con el levantamiento de la prohibición de beber cerveza a medianoche. Era uno de los restos de la “Ley Seca” y una de las preocupaciones máximas de los americanos de entonces. Les preocupaba más poder beber alcohol que les confiscaran su riqueza.

Esta acción de la Administración Roosevelt ni fue la primera ni quizá sea la última. Ya en 1638, el rey Carlos I de Inglaterra ordenó el saqueo de 200.000 libras esterlinas de oro físico de inversión en posesión de los súbditos, ante la cercanía de la Guerra Civil inglesa.

En un primer momento, los súbditos encargaron a la Fábrica de Moneda la custodia de su oro por razones de seguridad. Esto le facilitó bastante el trabajo al monarca para confiscar todo el oro depositado en aquel lugar bajo la apariencia de que se trataba de un “préstamo” que, por supuesto, el Tesoro nunca devolvió.

Fuente: Blog de Simon Black

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