(OroyFinanzas.com) – Un reciente artículo firmado por la directora de inversiones de la agencia de inversión en oro The Real Asset Company, Jan Skoyles, saca a la luz los manejos del régimen del Tercer Reich Nazi de las reservas de oro y la confiscación de las posesiones en oro en los países ocupados, incluida Francia.
Quizá uno de los aspectos más llamativos es la colaboración que prestó el Banco de Inglaterra al régimen hitleriano nazi para vender, por dos veces, oro requisado en Checoslovaquia y en Austria. En este sentido, el objetivo del gobierno alemán nazi era la descapitalización en oro de los países ocupados y entregarles a cambio de ese oro “promesas de papel”. De esta manera, se cambiaba el respaldo de las monedas nacionales en oro por monedas fiduciarias muy devaluadas.
A día de hoy no existe una cifra concreta y rigurosa acerca del total de reservas de oro confiscadas por Alemania entre los años 1936-1945. La asociación de ayuda a las víctimas del Holocausto (Holocaust Educational Charity) estima un volumen de 260 millones de dólares (actuales) en oro monetario y no monetario robado y descubierto en la posguerra.
Otras fuentes aseguran que el volumen de oro confiscado asciende a 400 millones de dólares (actuales) sólo en requisas de las bóvedas de custodia de los Bancos Centrales de los países ocupados. En este sentido, la cuestión fundamental no es la valoración exacta. Lo verdaderamente relevante es la orden de confiscar oro no sólo en monedas o lingotes sino también pequeñas piezas de joyería y hasta dientes de oro.
A gran escala, entre 1937 y 1939, los Bancos Centrales de Austria, Checoslovaquia y la Prusia del Norte –el corredor de Danzing– sufrieron el saqueo de sus reservas de oro y su traslado a las bóvedas del Reichsbank. Posteriormente otros Bancos Centrales como el de Polonia o Francia tuvieron la misma suerte.
Conforme la cantidad de oro manufacturado se incrementaba en las cámaras del Reichsbank, el régimen dictaminó varias órdenes de venta parcial de lingotes de oro para obtener más recursos destinados a la industria armamentística.
En aquellos tiempos, el mercado del oro estaba controlado por dos agentes: el Banco de Inglaterra, el Banco Nacional de Suiza y el Banco de Pagos de Basilea. Sobre éste último no existen informaciones concluyentes que evidencien una colaboración estrecha con los nazis. Sin embargo, por un lado, el papel de la Vieja Dama (el Banco de Inglaterra) sí está probado gracias a las actas del propio Banco y el diario del entonces Gobernador Norman Montagu.
Por otro lado, Suiza, a pesar de su neutralidad en términos bélicos, sí intervino en la financiación de los bandos contendientes. El poder mediador de Suiza se centraba no sólo en los circuitos financieros sino también en la operativa del mercado del oro. El Banco Nacional de Suiza era el mayor distribuidor de oro de Europa y, por tanto, uno de los intermediarios en las compras y ventas de oro de los Bancos Centrales inmersos en la Guerra.
Tras acabar la Guerra, en 1946 se estableció una Comisión Tripartita –formada por Francia, Reino Unido y Estados Unidos– para dilucidar el rescate de las reservas de oro confiscadas por los nazis. Las solicitudes de reembolso de las reservas de oro fueron, por orden alfabético: Albania, Austria, Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia y Yugoslavia. Las enormes cantidades de oro reclamadas no pudieron ser satisfechas en su totalidad, sufriendo una quita del 35% en un proceso que ha permanecido abierto más de cincuenta años, hasta 1998.
En los últimos años se han producido diferentes movimientos para intentar compensar las pérdidas ocasionadas por el robo de las reservas de oro. Por ejemplo, en 1997, el Deutsche Bank donó 3 millones de dólares a las víctimas del Holocausto en compensación por el papel que jugó el mayor banco de Europa en las finanzas del Nazismo. En las mismas fechas, la Asociación Suiza de la Banca (Swiss Banking Association) hizo frente a un pago de 270 millones de francos suizos por este mismo concepto.
Esta investigación plasmada por Jan Skoyles refleja con cierta precisión los aspectos clave del apoyo que prestaron diversas instituciones europeas al régimen hitleriano. En esta cuestión queda mucho trabajo por hacer. Especialmente es necesario desterrar los mitos y la corrección política que envuelve este asunto.
Fuente: The Real Asset Company
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