(OroyFinanzas.com) – En la madrugada del 2 al 3 de septiembre conocí, a través de un comunicado de la Universidad de Chicago, la muerte del decano de los economistas galardonados con el Premio Nobel, el profesor Ronald Coase, a la edad de 102 años. Hasta el momento de su muerte, el profesor Coase conservó una gran lucidez tanto de mente como de espíritu y hasta incluso dejó un último escrito muy ilustrativo que tituló “Salvar la Economía de los economistas”.
El presidente de su Alma Mater, Robert J. Zimmer, le ha dedicado unas emotivas palabras, muy acorde con el legado que ha dejado, para siempre, el profesor Coase: “Entre las mayores aspiraciones de la Universidad de Chicago está la creación de nuevos campos de estudio que cambien nuestro mundo para mejor. Ronald Coase personificaba este objetivo. Su innovadora Cátedra causó gran impacto en el Derecho y la Economía y aún mucha gente continúa sintiendo sus consecuencias hoy en día. Como Catedrático, colega y mentor, sus contribuciones históricas han enriquecido a nuestra comunidad intelectual y, por extensión, a todo el mundo”.
Ronald H. Coase era uno de los economistas más destacados tanto en la Academia como en el mundo empresarial y profesional. Sus principales contribuciones están basadas en el análisis institucional de la Economía, especialmente esquemas como la Empresa, el Mercado o los derechos de propiedad. A pesar de su formación en Derecho, el profesor Coase desarrolló toda una línea de pensamiento económico en la que se enfatiza la importancia de las instituciones y las reglas en el funcionamiento de la economía.
Quizá una de las aportaciones más conocidas es el estudio de la Teoría de las Externalidades o efectos externos. Una externalidad se produce cuando la producción de un bien o servicio afecta a la producción de otros bienes o servicios de otros agentes económicos, tanto sea para bien (externalidad positiva) como para mal (externalidad negativa). Encontró que la variable clave es la definición de los derechos de propiedad y que una correcta definición de estos derechos, junto a la negociación entre las partes, consigue someter el problema a criterios de mercado.
El profesor Coase creía en los incentivos que tienen las partes a solucionar el conflicto respondiendo cada uno a su propio interés. Aunque hubiera que recurrir a una solución judicial, el acuerdo entre las partes generaría un resultado eficiente, una solución beneficiosa para las partes y preferible a cualquier intervención del Estado.
El punto de partida de Coase fueron problemas clásicos que se resolvían todos los días en los juzgados de paz o en tribunales de arbitraje: conflictos de lindes en tierras agrarias, problemas vecinales (entre ellos el clásico de una panadería que se instala al lado de una consulta de un médico), herencias, asignación de cuotas de riego en acequias de ríos, derechos de uso sobre tierras comunales, servidumbres de paso o la asignación de las frecuencias radiofónicas en el espectro electromagnético. En todos ellos el denominador común era, en algunos casos la mala definición de derechos de propiedad, y en otros casos la total inexistencia de propiedad.
Hasta ese momento, el Estado era el encargado de dar la solución a estos problemas, calificándolos de “fallos del mercado”. Coase demostró que no había tales “fallos del mercado” sino que simplemente había fallos institucionales. La resolución de Pigou de poner impuestos y subvenciones sobre las externalidades se transmutó en un análisis más serio y riguroso de establecimiento de derechos de propiedad, dando solución, por ejemplo, a la celebérrima “tragedia de los comunes” de Hardin (1952).
Dos son los libros capitales en la obra de Coase. En 1937 escribió La Naturaleza de la Empresa (The Nature of the Firm) en el que explicaba las razones por las que la empresa debía tener una estructura jerárquica. Desarrolló con gran éxito la teoría de los costes de transacción e información. Una estructura jerarquizada permite que los costes de información se reduzcan muy considerablemente y contribuye decisivamente a la creación de economías de escala y eficiencia en la producción.
El segundo libro esencial se publicó en 1952 bajo el título El problema del coste social (The Problem of Social Cost) el cual se constituye como obra de referencia para la ciencia económica presente y futura. En ella se incluyen los problemas aludidos anteriormente y en los que la solución de mutuo acuerdo y beneficio individual para las partes es superior a los dictámenes y regulaciones dictadas por el Estado.
El último libro fue publicado el año pasado a la edad de 101 años. Junto a un antiguo alumno, el profesor Coase escribió Cómo China se convirtió en capitalista (How China Became Capitalist).
En definitiva, el profesor Coase era un economista que confiaba plenamente en la economía de mercado como el mejor sistema de asignación eficiente de los recursos. Gracias a su mentor Sir Arnold Plant, profesor en la London School of Economics, Coase se convenció de la existencia de una “mano invisible” y de cómo el sistema económico competitivo puede ser coordinado a través del sistema de precios.
“Mi vida ha sido una oportunidad afortunada en todos los sentidos”. Así se definía el propio Coase en una entrevista en 2012. Más afortunados somos los que hemos aprendido de las enseñanzas de Coase. Tenemos, en este momento, no sólo el deber sino la obligación moral de seguir difundiéndolas y profundizando en búsqueda de nuevos campos del saber en Economía.
Nota de condolencias y obituario de la Universidad de Chicago
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Los banqueros contemporáneos son lo que son por las necedades de los economistas de hoy en día, la culebra se mata por la cabeza. Si la banca apoyada por el estado sigue haciendo y deshaciendo es porque los economistas caprichosos decidieron que así sea, la política esta conformada por políticos mientras que en el mundo de la economía esta conformada por políticos y civiles, son estos últimos quienes deben de salir de sus burbujas de estupideces porque ellos dependen del mercado privado mientras que a los políticos no se les puede exigir nada porque ellos dependen de la mentira y el gasto, y el gasto no es economía, es una contradicción en si. Son los economistas civiles que tienen que decidir si quieren colaborar con la humanidad o comportarse como los politicos, como parasitos.
El profesor Ronald Coase, un hombre sabio sin duda, y creo que su frase podría complementarse en la actualidad como:
“Salvar la Economía de los economistas y de … los banqueros”, esos que crean dinero fiat y se adueñan de los bienes del mundo.