Austeridad y la política económica de Atanagildo

Ardilla con avellanas

(OroyFinanzas.com) – Como escribía el filósofo Fernando Savater, “el rey visigodo Atanagildo, con su vida opulenta y desordenada, murió joven. No vivió en años, sino en kilos”. Podemos elegir gastar nuestros presupuestos públicos como Atanagildo, o acumular capital para un futuro mejor.

–        Necesitamos mucha más austeridad

–        De acuerdo, pero… ¿cuánto tiempo?

–        Siempre

El diálogo anterior es real. Quien escribe estas líneas lo escuchó en una conferencia al profesor Ernest Lluch, ministro de sanidad en la España de los 80. ¿Nos dio D. Ernest una recomenación adecuada?

En la situación actual, existe un consenso en afirmar la realidad de la crisis económica. Que los ingresos no llegan para cubrir los gastos es un hecho contable. Esto sucede en las familias, en las empresas y las administraciones públicas. Sin embargo, este consenso no existe al explicar las causas que nos han llevado a la crisis, y mucho menos en las medidas que necesarias para salir de ella. En primer lugar hay unos partidarios de la austeridad, según los cuales es preciso reducir los gastos como sea, hasta que el gasto sea menor o igual que los ingresos. Por otra parte, hay partidarios de las políticas de crecimiento, que opinan que se debe mantener el gasto, y hacer las inversiones necesarias para que aumenten los ingresos en un futuro próximo. ¿Cuál es la medida adecuada?

Podemos repetir el diálogo que inicia este artículo, con una pequeña variante.

–        Necesitamos comer sano y hacer ejercicio.

–        De acuerdo, pero ¿cuánto tiempo?

–        (amable lector, ponga su respuesta)

Habrá quien tenga una altísima preferencia temporal, y prefiera los triglicéridos de hoy al supuesto bienestar del mañana. Y habrá quien prefiera sacrificarse y renunciar a posibles disfrutes, con vistas a un mañana más saludable. Como escribía el filósofo Fernando Savater, “el rey visigodo Atanagildo, con su vida opulenta y desordenada, murió joven. No vivió en años, sino en kilos”. Podemos elegir gastar nuestros presupuestos públicos como Atanagildo, o acumular capital para un futuro mejor. Muchos lectores conocerán gente que al jubilarse es rica, que debe su riqueza precisamente al bajo consumo y poco gasto que han hecho a lo largo de su vida. Esto les ha permitido acumular riqueza, que ahora pueden elegir entre mantener, consumir, donar, o incluso dilapidar. La austeridad es sacrificio hoy, con vistas a acumular capital, que dará seguridad y libertad mañana a quien dispone de él.

Rey Atanagildo

Según este esquema, la austeridad no sería realmente una política económica para determinada coyuntura, sino una virtud que es deseable practicar siempre. Podemos elegir la alternativa: gastar todo ahora. La opción es legítima desde punto de vista de la libertad humana, pero poco consistente con conceptos como sostenibilidad, o solidaridad intergeneracional.

Tenemos a nuestro alcance un mundo que podemos vivir con una intensidad sin límites, igual que hizo Atanagildo en su época. Es cierto que, en general, el entorno no favorece la austeridad. Ni en la familia, ni en las empresas, ni en las administraciones públicas. Pero no nos quejemos de las consecuencias que ello puede tener para nuestra economía, sabemos por la Historia que nuestro rey visigodo “murió joven”.

© OroyFinanzas.com

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Sobre el autor

Antonio Cavero
Antonio Cavero es analista económico. Publica periódicamente en OroyFinanzas,com su visión sobre la realidad económica y otros temas misceláneos.

3 Comentarios en "Austeridad y la política económica de Atanagildo"

  1. jajaja, Yonkis y camellos apostando fuerte por el Bitcoin, jajaja

    Muy buena noticia Trajano

  2. Vamos Trajano, que se trataba de algo así como de un eBay pero donde recibías todo tipo drogas y material para hackes. Pues vaya con el bitcoin!

  3. Parece que hay pueblos y gobernantes, culturas y sociedades, condenadas eternamente al despilfarro, así como hay otras que saben concentrarse myu bien en su concepción de la vida en el ahorro y la inversión. Para unos condena, para los otros libertad.

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