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La quiebra del estado o el Club de “Amigos de la Quiebra”

(OroyFinanzas.com) – Cuando un negocio no consigue sostener sus ingresos por encima de sus gastos, se dice que entra en quiebra [1]. Desgraciadamente, los episodios de concurso de acreedores suelen acabar con la actividad económica del negocio, con el consiguiente daño económico para los socios que aportaron el capital. ¿Puede haber algo bueno en una quiebra?

Así como la muerte es el fin de las personas físicas, la quiebra lo es de las jurídicas. Rara vez se celebra la muerte de nadie. Sin embargo, en algunos casos la muerte accidental de personas indeseables en grado extremo (criminales o asesinos en serie) es bien aceptada por la sociedad. Por no hablar de aquellos estados en los que la pena de muerte está en vigor [2]. Afortunadamente, la quiebra es un hecho menos cruento que la muerte de nadie, ya que un resultado contable no es comparable a un derramamiento de sangre.

Desde tiempos de los Neandertales, no parece que ningún Estado haya reducido su sector público. Al contrario, el sector público no hace mas que aumentar [3]. ¿Qué mecanismos tenemos para reducir el sector público? Sólo se nos ocurre uno: la quiebra del Estado. El impago acaba de manera fulminante con el sector público que no se puede sostener. Según esta peculiar doctrina liberadora, debemos alegrarnos de que suba la prima de riesgo [4], de que el Gobierno no consiga equilibrar el déficit público, de que baje la recaudación por impuestos o de que se produzca salida de capitales del país [5] para no tributar. Puesto que hemos superado con creces el máximo de la curva de Laffer [6], debemos alegrarnos de que nos suban los impuestos, ya que recaudarán menos… Por favor, señores del gobierno suban más los impuestos…

La quiebra es el único mecanismo pacífico que puede acabar con la intervención asfixiante de un Estado. Hace algunos meses proponíamos en estas páginas un club de amigos de la inflación [7]. Hoy lo proponemos de la quiebra del Estado. Juzgue usted, amigo lector.

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