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¿A quién benefician directamente los rescates bancarios?¿Cui bono QE?

(OroyFinanzas.com) – Hay quien propugna la necesidad de un regulador potente del sistema monetario y financiero por la indefensión de los pobres ciudadanos frente a los gigantescos, malvados y avariciosos bancos, siempre dispuestos a estafar y esquilmar a sus clientes. Estas voces bienintencionadas ven en los bancos centrales a un benévolo supervisor encargado de ayudar a los más débiles, o al menos esperan que puedan serlo si la persona correcta y con las ideas adecuadas está al mando. Piensan que un regulador central es la única forma de coartar los abusos y proteger al pueblo de las inclemencias y volatilidad de los ciclos económicos. De hecho tras la crisis de 2008 muchas publicaciones se han llenado de portadas protagonizadas por banqueros centrales en las que se les ensalzaba como a héroes y salvadores. No han faltado las alabanzas a Ben Bernanke, Trichet y ahora Draghi que los situaban como sabios que con su rápida reacción ante los movimientos caóticos de los anárquicos mercados financieros, han salvado a la población de quedarse sin ahorros, sin hogar y sin empleo.

La realidad es algo menos halagüeña. Esas medidas extraordinarias y sin precedentes de emergencia no iban precisamente encaminadas a salvar a la población. Una cosa muy distinta es la propaganda con la que se vendieron al público las bajadas de tipos de interés, los rescates bancarios y los programas de compras de bonos [1] y otra es la realidad de sus objetivos y sus efectos. Como bien explica Andrew Huszar, encargado de dirigir el programa de compra de bonos de la Reserva Federal (también conocido como “Quantitative Easing” o QE [2]), en esta reveladora entrevista, los efectos directos de estos planes fueron especialmente beneficiosos para el sector financiero y los bancos, mientras que sus efectos positivos sobre el resto de la economía son difícilmente apreciables. Esta realidad fue admitida por muchos de los encargados de dirigir estos programas, y sin embargo hemos visto como se repetían y continuaban mucho después de conocido este hecho. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que fueron considerados un auténtico éxito por aquellos a quienes realmente pretendían rescatar, y esas personas e instituciones tienen mucha más influencia sobre el regulador y los gobiernos que millones de parados y desahuciados.

Tan sólo hace falta tener un poco de curiosidad y escepticismo para ver más allá de la retórica política. Hacerse la clásica pregunta de novela policíaca: ¿Cui bono? ¿A quién beneficia?

¿A quién benefician directamente los rescates bancarios? ¿A quién benefician en mayor medida las bajadas de tipos de interés? ¿A quién beneficia la concentración de poder en unos cuantos bancos centrales? ¿A quién beneficia un sistema monetario dirigido y centralizado desde una oficina de planificación central basada en un modelo soviético?

Entre los beneficiados por este sistema y los “tontos útiles” que repiten su propaganda como loros, es muy difícil escuchar a las voces que piden examinar los hechos y no los titulares.

La realidad es que el poder corrompe y hay que estar siempre vigilante contra su concentración. La captura del regulador es mucho más fácil cuando sólo hay uno. La mejor protección para el consumidor siempre será la competencia: cuando existen alternativas no hay por qué estar a merced de los dictados de unas élites. Cuando puedes cambiar de proveedor de servicios de la noche a la mañana, los abusos pueden existir, pero son castigados con mucha mayor celeridad que cuando se está en manos de un monopolio.

Que la consecuencia del desastre de las Cajas de Ahorro en España [3] haya sido su concentración en un número aún menor de entidades, sometidas a una presión política aún mayor, y dependientes en aún mayor grado del crédito del Banco Central es una auténtica tragedia. Que el negocio de la deuda pública (y las líneas de crédito casi-gratuito por parte del BCE que lo fomenta) este acaparando cada vez mayor protagonismo en las cuentas de los bancos, en detrimento de su negocio de intermediación y depósito, es aún más preocupante.

La burbuja de deuda pública [4] española y europea nos coloca en una situación extremadamente vulnerable. El actual optimismo generalizado entre nuestros gobernantes y banqueros es muy engañoso. Comprensible pero engañoso. La situación puede parecer mucho menos grave que en el verano de 2012… ahora está la prima de riesgo [5] en mínimos, el Ibex35 luchando por los 10.000 y el PIB creciendo muy tímidamente, pero la realidad es que las probabilidades de quiebra en el medio plazo son mucho más altas con la deuda bordeando (o superando) el 100% del PIB de lo que lo era antes del rescate bancario.

Desafío a cualquier economista a que me muestre un ejemplo histórico de la deuda española superando el 60% del PIB sin que venga seguida en el medio plazo de una devaluación, quita o reestructuración de la deuda, acompañada de la inevitable crisis económica nacional.

Soy tremendamente optimista en el largo plazo. Hay mucha gente trabajando en soluciones y alternativas, los avances tecnológicos nos auguran un futuro mucho mejor. Incluso en la peor crisis económica la vida sigue. Pero pensar que las soluciones nos llegarán de unos pocos burócratas y políticos, cuyos intereses están diametralmente opuestos a los del común de los mortales, es ingenuidad rayando en el síndrome de Estocolmo. Cuanto antes despertemos a la realidad del maltrato, antes podremos liberarnos de él.

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