(OroyFinanzas.com) – El Premio Nobel de Economía Robert Shiller ha publicado un análisis ciertamente interesante en tribuna del diario The New York Times. Bajo el titulo “En busca de una moneda electrónica estable”, el profesor Shiller enfatiza la importancia del desarrollo tecnológico en el campo monetario, especialmente de nuevas tecnologías encuadradas en el fenómeno denostado pero extraordinariamente importante de la “ingeniería financiera”.

Bajo su punto de vista, Bitcoin es un experimento extraordinario como nueva forma de dinero electrónico pero que ha caído en una burbuja especulativa tal como puede verse con la quiebra del mayor mercado del mundo de esta moneda virtual, Mt. Gox. El futuro es más que dudoso dados sus antecedentes y su funcionamiento.

A juicio del Nobel Shiller, debemos quedarnos con que Bitcoin es un paso más en la búsqueda de nuevas formas de control del riesgo y nuevos instrumentos que nos permitan sintetizar y acaparar la información necesaria para formar buenos precios en un mercado. Queda fuera de duda que es un importante avance tecnológico.

Bitcoin es un ejemplo más de burbuja especulativa. La burbuja se hincha cada vez que se difunden noticias de apreciaciones futuras e incremento de precios basados en un sistema que escapa del control de los Bancos Centrales y que promete una “nueva era” en los mercados. “El problema central de Bitcoin es en su forma actual que no resuelve realmente ningún problema económico. Ni sirve como sustituto de los bancos ni tampoco establece unas nuevas reglas distintas de las impuestas por los gobiernos”, asegura el profesor Shiller.

La historia de Bitcoin está íntimamente ligada a la inestabilidad, al shock permanente y a los escándalos criminales y judiciales. Es una pena por ser una gran idea, pero la altísima volatilidad no acompaña: “La inestabilidad del valor de Bitcoin en dólares es una medida de fracaso, no de éxito. Esto quiere decir que cualquier comerciante que use Bitcoin estará sujeto a enormes procesos de inflación y deflación”.

Es muy difícil que una moneda pueda sobrevivir con altísimas fluctuaciones de valor y con un mercado de nimia capitalización. Por ello, es más interesante fijarse en las cuestiones tecnológicas y el avance que ha supuesto en el campo informático más que como activo monetario sustituto del actual sistema en estos momentos.

A juicio del Nobel, los pagos electrónicos y las monedas que surjan de este proceso de innovación financiera deberían estar más enfocados en la función de “unidad de cuenta” más que en el depósito de valor o medio de pago. En última instancia, lo que le importa al agente económico es que el dinero no sea un medio “menguante” ni que su valor fluctúe demasiado. Pone como ejemplo la moneda indexada a la inflación “unidad de fomento” que se inventó en Chile en 1967. Se trataba de una unidad de cuenta simplemente como medida de desarrollo, la cual tuvo mayor éxito que las monedas tradicionales. Este tipo de unidades de cuenta indexadas a la inflación neutralizan el efecto de ésta y beneficia a aquellos colectivos que se ven perjudicados por la inflación como los acreedores o los rentistas que sufren la archiconocida “eutanasia del rentista”.

Por ello, Shiller propone que los avances en el campo del dinero electrónico vayan en el sentido de una moneda o un sistema de pagos indexados a la inflación. Plataformas como PayPal o Square Cash podrían permitir comerciar con dinero referenciado a una “cesta de bienes” o a un índice que recoja los diferentes precios de los bienes y servicios que se contratan diariamente en una economía. Quizá lo más complejo de esta idea es determinar qué productos o servicios formarían parte de la cesta, pero esta discusión nunca ha dejado de estar en los despachos de los economistas con índices como el IPC, el cual se deriva de una cesta y dicha cesta de una encuesta llamada en España “Encuesta continua de presupuestos familiares”.

Fuente: The New York Times

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