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El legado del profesor Barea para la economía española

(OroyFinanzas.com) – La muerte del profesor José Barea a los 91 años de edad, supone una importante pérdida no sólo para la comunidad de economistas sino también para la sociedad española en general. El profesor Barea era uno de los economistas más conocidos por los españoles gracias al papel muy activo que tenía en los medios de comunicación y su capacidad de explicar la economía para legos y el público en general.

Al examinar la figura del profesor Barea, echo mano de los primeros recuerdos que tengo, siempre ligados a la radio. Precisamente, uno de los primeros sonidos que recuerdo es la voz del profesor Barea cuando era Director de la Oficina Presupuestaria de la Presidencia del Gobierno. En aquel momento, la situación de España urgía acometer profundas reformas estructurales y, sobre todo, un ajuste estructural del gasto público. Para ello, el recién nombrado Presidente del Gobierno José María Aznar congregó a un Consejo de economistas formado por los mejores Catedráticos de Economía que en ese momento estaban en activo, siendo uno de ellos el profesor Barea.

Barea tomó una responsabilidad aún mayor que el resto, erigiéndose como autoridad tanto moral como práctica frente a todos los ministros del primer Gobierno Aznar, especialmente frente a los dos poderosos vicepresidentes: Rodrigo Rato y Francisco Álvarez Cascos. El cometido del profesor Barea tuvo dos objetivos: cuadrar las cuentas  de la Seguridad Social y lograr el cumplimiento de los requisitos contemplados en el Tratado de Maastricht, los cuales en aquél momento ninguno cumplía España tras cuatro devaluaciones de la peseta, un déficit público disparado, la caja de la Seguridad Social en quiebra técnica, la prima de riesgo en niveles históricos y tres millones de parados.

La primera medida que impulsó el profesor Barea fue pedir un crédito para pagar la paga extra a los pensionistas en las Navidades del año 1996. Poco a poco y con un ciclo económico ya alcista, se consiguieron cuadrar las cuentas de la Seguridad Social y atrasar unos años más el problema de las pensiones, en el cual se convirtió en una autoridad a nivel europeo.

Por otro lado, en el primer ejercicio presupuestario 1997 consiguió encauzar la situación mediante medidas de ajuste del gasto público y un plan de reducción de los impuestos. Entendió, por un lado, que el mejor sitio donde está el dinero es en el bolsillo del contribuyente y, por otro lado, el convencimiento de que España debía estar en la Unión Monetaria como motor de crecimiento y disciplina monetaria.

Con estos dos ejes, el profesor Barea ejerció su labor mientras que estuvo al frente de la Oficina del Presupuesto en Moncloa y después con todo aquél que le pedía consejo. Fue una persona extraordinariamente generosa con los alumnos, los responsables públicos y los medios de comunicación.

Es de obligación para los economistas rendir un homenaje, por pequeño que sea, a uno de los mejores economistas españoles de todos los tiempos. Querido profesor: que desde tu atalaya del cielo, nos eches una mano, que falta nos hace.

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