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Robotización de la economía o la paradoja de Moravec (2)

(OroyFinanzas.com) – En un artículo anterior [1], partiendo del libro “The Second Machine Age”, analizábamos las consecuencias la revolución tecnológica que está teniendo en marcha debida al aumento de la capacidad de computación, la digitalización de la economía y la innovación en tecnología de propósito general. Veíamos que es previsible que la robotización de la economía nos traiga un aumento sin precedentes de la producción, pero con la seria amenaza de hacer desaparecer muchos de los puestos de trabajo actuales. ¿Quiénes se verán más afectados y por qué?

La paradoja de Moravec

En principio, podríamos pensar que una buena carrera universitaria nos protegerá de la competencia de robots e inteligencias artificiales: cuanto más difícil y especializada sea la formación, más segura resultará. Sin embargo, podemos comprobar cómo en actividades intelectuales como cálculos ingenieriles o análisis de datos, que eran las actividades para las que se requería una mayor formación académica, los ordenadores y máquinas han barrido a los humanos, por mucho cociente intelectual que tengan. Todos los cálculos y análisis se hacen hoy mediante ordenadores y robots.

Por otra parte, vemos que en profesiones mucho menos especializadas del sector servicios, tales como camarero o cartero, a los robots les está costando más desplazar al trabajador humano.

Esta es la paradoja que ha formulado el investigador Hans Moravec [2], según la cual los ordenadores y robots pueden hacer más fácilmente los trabajos “mentales”, que por ser mentales tienen detrás una lógica de algoritmos programable. Efectivamente, a los robots les cuesta mucho más realizar trabajos “corporales”, en los que se requiere sobre todo el uso de capacidades de percepción y coordinación motora, más que intelectual. Los robots irán también haciendo estos trabajo [3]s, pero llegarán de manera más tardía.

En resumen, la paradoja dice que un robot supera ampliamente al hombre cuando se trata de multiplicar, pero le cuesta mucho más que al hombre moverse por casa. Y llama mucho la atención que esas capacidades que a los robots les cuesta más reproducir son aquellas que los humanos compartimos con los animales…

Deslocalizar no es la solución

Estos últimos años, muchas empresas europeas han abaratado costes desplazando parte de su estructura a países con salarios más bajos. Todos conocemos empresas que han llevado sus plantas a países de Europa del Este, o Sudamérica, o China. En un principio han sido actividades de fabricación, si bien es inevitable que cada vez se vaya transmitiendo más conocimiento.

En ese sentido, podemos pensar que la huida hacia países con un nivel de renta más bajo, puede protegernos de la competencia laboral de los robots. Desgraciadamente, no es así. La ventaja en coste del robot sobre el humano es de órdenes de magnitud, por lo que la máquina no sólo será más productiva que el trabajador europeo occidental, sino que también hará prescindible el trabajo de los empleados en los países en vías de desarrollo, aunque tengan salarios más bajos.

¿Cómo protegerse robotización de la economía?

Ante este panorama, ¿cómo prepararse para no quedarse sin trabajo?¿qué consejos podemos dar a nuestros hijos en ese sentido? Si ni especialización intelectual ni la emigración son soluciones para evitar la competencia de la máquina, no está claro qué alternativas quedan…

La respuesta más fácil sería intentar ganar algo de tiempo, renunciando a trabajos intelectuales, y centrándose en trabajos manuales, donde hemos visto que a los robots les costará un poco más superar al trabajador humano. Sin embargo, eso sería ya una claudicación a medio plazo. Una alternativa sería especializarse en trabajos creativos, intentando trabajar de “colaboradores de robots”, en labores de programación y mantenimiento de los mismos…

Como el lector puede comprobar, en este punto se entra ya en la especulación futurista más que en el razonamiento. Pero aunque no sepamos cómo serán los trabajos ni la sociedad del futuro, no debemos cerrar los ojos al hecho de que una nueva revolución tecnológica está cambiando los procesos de producción del mundo en que vivimos, lo que nos afectará sin duda.

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