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Alemania y Grecia – dos versiones sobre la crisis económica

(OroyFinanzas.com) – Europa está sumergida en una profunda crisis cuyos protagonistas en este momento son Grecia y Alemania. La crisis moral, financiera y económica se debe en primera instancia a la irresponsabilidad de los ciudadanos europeos, desde nuestro punto de vista, por negarse a enfrentarse a la realidad de la vida de la mayoría de los ciudadanos de este planeta y no darse cuenta de que la burbuja color pastel en la que viven muchos de ellos, no forma parte de la realidad de la mayoría de las personas del mundo. Los mediocres políticos europeos como instrumentos útiles del sistema, reflejo de esa sociedad, hacen todo lo que pueden para mantener esa burbuja color pastel y seguirán inflándola hasta que al final nos reviente a todos entre las manos.

El auge de nuevos partidos de la izquierda o de la derecha no cambiará nada en una Europa y un mundo occidental que vive a espaldas de la realidad del mundo. Representamos el Beverly Hills del mundo, pero nuestro mundo es una farsa. ¿Estamos dispuestos a tomarnos la pastilla roja para descubrir el doloroso momento de la realidad de Morfeo en The Matrix [1]? La respuesta la conocemos y es un no, no hasta que nos reviente la burbuja. Aún así, desde OroyFinanzas.com seguiremos insistiendo en que es mejor tomarse esa pastilla roja aunque quizás sea utópico.

Veamos qué significa ese particular drama europeo en el ejemplo de Grecia, la gran deudora, y Alemana, la gran acreedora.

Las dos versiones sobre la crisis económica en Europa

La crisis financiera del 2008, que comenzó con la crisis subprime de los créditos de baja calidad inmobiliarios en EE.UU., creó una crisis de deuda soberana en Europa. Algunos países europeos fueron incapaces de hacer el pago de sus bonos en sus vencimientos, y así se amenazó el sistema bancario europeo. Hacía falta algún tipo de intervención, pero no había un acuerdo fundamental sobre qué problema tenía que ser resuelto. En términos generales, hay dos versiones.

La versión alemana sobre la crisis económica en Grecia

La versión alemana, que se convirtió en la versión más conocida en Europa, era que la crisis de la deuda soberana es el resultado de las políticas sociales irresponsables en Grecia. Estas políticas problemáticas incluyen la jubilación anticipada de los funcionarios del gobierno, prestaciones por desempleo excesivas y así sucesivamente. Los políticos habían comprado votos despilfarrando recursos en programas sociales que el país no podía permitirse, dejó de cobrar rigurosamente impuestos y fracasó en promover el trabajo duro, razones por las que la crisis amenazaba el sistema bancario al depender del pago de las deudas.

La versión griega sobre la crisis económica generada por Alemania

Otra versión, mucho menos conocida, pero muy razonable, es que la crisis es el resultado de la irresponsabilidad de Alemania. Alemania, la cuarta mayor economía del mundo, exporta el equivalente a alrededor del 50% de su producto interno bruto (PIB), porque los consumidores alemanes no pueden consumir su producción industrial de gran tamaño. El resultado es que Alemania sobrevive exportando porque son muy buenos haciéndolo. Para Alemania, la Unión Europea, con su zona de libre comercio, el euro y los reglamentos en Bruselas, es un medio para mantener las exportaciones. Los préstamos que los bancos alemanes hicieron a países como Grecia después del 2009 fueron diseñados para mantener la demanda de sus exportaciones. Los alemanes sabían que las deudas no podían ser devueltas, pero sabían que era la forma de continuar con su adicción a las exportaciones.

Si acepta la versión alemana las políticas que se deben implementar son las que obligarían a Grecia a ser más austeros. Si el relato griego es el correcto, aceptará que Alemania es el problema. Alemania tendría que dejar de ser tan increíblemente productiva y cambiar las reglas europeas en materia de comercio, la valoración del euro y la regulación de Bruselas mientras viven dentro de sus posibilidades. Esto llevaría a la reducción de sus exportaciones a la zona de libre comercio que tiene una industria incapaz de competir con la de Alemania. La versión alemana ha sido abrumadoramente aceptada, y la versión griega apenas se ha escuchado.

El impacto en Grecia de los recortes del gobierno era mucho mayor de lo esperado. Al igual que muchos países europeos, los griegos se dedicaban a muchas actividades económicas, incluyendo la sanidad y otros servicios esenciales, a través del Estado, por lo que los médicos y otros profesionales eran empleados públicos de la salud. Cuando se empezaron a hacer recortes en los salarios del sector público y el empleo, afectó profundamente a las clases medias y a los profesionales. En el transcurso de varios años, el desempleo en Grecia se elevó a más del 25%. Más alto que el desempleo en los Estados Unidos durante la Gran Depresión. Algunos dijeron que la economía sumergida en Grecia distorsionaba las cifras y que las cosas no estaban tan mal. Eso era verdad hasta cierto punto, pero no tanto como la gente pensaba, ya que la economía sumergida era simplemente una extensión del resto de la economía y los negocios eran malos en todas partes. De hecho, la situación era peor de lo que parecía ser, ya que había muchos trabajadores del gobierno que todavía estaban empleados, pero se les habían recortado sus salarios drásticamente, en muchos casos hasta en dos tercios. La historia griega se repitió en España y, en un grado algo menor, en Portugal, el sur de Francia y el sur de Italia. La Europa mediterránea había entrado en la Unión Europea con la expectativa de que elevaría su nivel de vida al nivel de la Europa del norte. La crisis de la deuda soberana les afectó especialmente, debido a que como miembros de la zona de libre comercio europea habían tenido dificultades para desarrollar sus economías. Por lo tanto, la primera crisis económica les devastó.

Independientemente de la versión que usted cree que es verdad, hay una cosa que es cierta: Grecia se puso en una posición insostenible cuando acordó un plan de pago de la deuda que su economía no podía soportar. Estos planes hicieron que Grecia se hundiera en una depresión de la cual aún no se ha recuperado, y los problemas se han diseminado a otras partes de Europa.

Las semillas del descontento de la crisis económica europea

Los principales partidos políticos de Europa apoyaron las medidas de la Unión Europea y sus políticas, y éstos fueron elegidos y reelegidos. Había un sentimiento general de que pasaría la disfunción económica. Pero ahora en 2015, la situación no ha mejorado y hay nuevos movimientos políticos en auge en muchos países, que se oponen a continuar con la austeridad. La sensación de que Europa está evolucionando era visible en la decisión del Banco Central Europeo en enero de crear su propio programa de 60.000 millones de euros mensuales de expansión monetaria [2]. Esto es demasiado poco y demasiado tarde; aunque la flexibilización cuantitativa pudiera funcionar para una recesión, el sur de Europa se encuentra en una depresión. Esto significa que la infraestructura de las empresas que son capaces de utilizar el dinero se ha roto, y por lo tanto, el impacto de la flexibilización cuantitativa en el desempleo será limitada. Se necesita una generación para recuperarse de una depresión. Curiosamente, el Banco Central Europeo (BCE) excluyó a Grecia del programa de flexibilización cuantitativa, diciendo que el país está demasiado expuesto a la deuda para permitir al riesgo de préstamos del BCE.

¿Medidas contra el terrorismo como excusa para frenar el libre flujo de personas en Europa?

Prácticamente todos los países europeos han desarrollado crecientes movimientos que se oponen a la Unión Europea y sus políticas. La mayoría de ellas están a la derecha del espectro político. Esto significa que, además de sus problemas económicos, quieren recuperar el control de sus fronteras para limitar la inmigración. Los movimientos de la oposición también han surgido de la izquierda, Podemos en España, por ejemplo, y por supuesto, Syriza en Grecia. La izquierda reclama soluciones muy similares a las de la derecha, salvo por las connotaciones raciales.

Pero lo importante es esto, Grecia es la vanguardia de la crisis europea. Fue el primer país en enfrentarse a un posible default, el primer país en imponer planes de austeridad y también el primer país en llevar al gobierno de nueva generación, rompiendo con los partidos tradicionales. Ya sea la izquierda o la derecha, estos partidos están amenazando a los partidos tradicionales de Europa, que la clase media y baja ven como cómplices, junto con Alemania, en la creación del régimen de austeridad. Syriza ha moderado su posición respecto a la Unión Europea, como los partidos acostumbran a moderar después de unas elecciones, aunque tienen que cumplir hasta cierto punto con su programa. Su posición es que va a negociar un nuevo programa de pagos de la deuda griega a sus prestamistas europeos, que aliviará la carga sobre los griegos. Hay razones para creer que podría tener éxito. A los alemanes no les importa si Grecia se sale del euro. Alemania está, sin embargo, aterrorizada de que los movimientos políticos que están en auge terminen o compliquen la zona de libre comercio de Europa de la que dependen tanto.

El objetivo de los partidos de la derecha es limitar el movimiento fronterizo de trabajadores que ya representan una demanda abierta para un fin a la zona de comercio libre para el trabajo. Pero Alemania, adicta a las  exportaciones, necesita la zona de libre comercio. Este es uno de los puntos que la gente se pierde. Les preocupa que los países se retirarán del euro. En Hungría con la caída del florín, sus ciudadanos estaban en peligro de quiebra por sus hipotecas en francos suizos en muchos casos. Un estado-nación tiene el poder de proteger a sus ciudadanos de la deuda si así lo desea. Los griegos, dentro o fuera de la zona euro, también pueden ejercer ese poder. Además de ser incapaces de pagar su deuda estructural, no pueden permitirse el lujo de pagar políticamente. Fueron aplastados los partidos que apoyaron la austeridad en Grecia. Los principales partidos de otros países europeos vieron lo que pasó en Grecia y están al tanto de la fuerza creciente del euroescepticismo en sus propios países. Esto demuestra que la capacidad de los partidos tradicionales a cumplir con el programa depende de los votantes, y su base política se está disolviendo.

El problema entonces no es el euro. El primer problema real son, en efecto, los impagos estructurados o no estructurados en el sistema bancario europeo, y el Banco Central Europeo se ha comprometido a no hacer a Alemania responsable de las deudas de otros países.

El segundo, y más importante, es la cuestión del futuro de la zona de libre comercio. Tener fronteras abiertas parecía una buena idea en tiempos prósperos, pero el miedo del terrorismo islamista y el miedo de los italianos, que compiten con los búlgaros por los escasos puestos de trabajo, hace que mantener esas fronteras abiertas sea cada vez menos probable. Y si las naciones pueden levantar muros para el libre movimiento de las personas, ¿por qué no levantar muros para proteger sus propias industrias y puestos de trabajo? A largo plazo, el proteccionismo perjudica a la economía, pero Europa está tratando con muchas personas que no tienen un largo plazo, han caído las clases profesionales y ahora su preocupación es cómo van a alimentar a sus familias. Para Alemania, que depende del libre acceso a los mercados de Europa ya que para apuntalar su economía es dependiente de las exportaciones, la pérdida del euro sería la pérdida de una herramienta para gestionar el comercio dentro y fuera de la zona euro. Pero el aumento del proteccionismo en Europa sería una calamidad. La economía alemana podría tambalearse sin esas exportaciones.

El Banco Central Europeo puso fin al régimen de austeridad con su programa de expansión monetaria, y la victoria de Syriza ha sido un terremoto del sistema político de Europa, aunque la élite burocrática no lo quiera reconocer. Si los valores predeterminados de Europa estructurados o no estructurados, aumentan como consecuencia, la cuestión del euro se convierte en un tema interesante, pero no crítico. Lo que se convertirá en el tema, y lo que ya se está convirtiendo en el tema, es el libre comercio. Ese es el núcleo del concepto de Europa, y será el próximo número en la agenda, dado que la versión alemana pierde credibilidad y la versión griega también. No es difícil imaginarse el desastre que sobrevendría si Estados Unidos llegará a exportar el 50% de su PIB, y la mitad de eso fuera a Canadá y México. Una zona de libre comercio en la que el gigante no es un importador neto, no puede funcionar. Y esa es exactamente la situación en Europa. El grande es Alemania, pero en lugar de servir como motor de crecimiento por ser un importador, su economía nacional, la cuarta mayor del mundo, lo ha conseguido exportando la mitad de su PIB. Y esto no puede ser sostenible.

Posibles cambios sísmicos en la estructura de Europa

Hay, pues, tres tendencias para Europa. Una de ellas es el deseo de controlar las fronteras, nominalmente para controlar a los terroristas islamistas, pero en realidad para limitar el movimiento libre de los trabajadores, los musulmanes incluidos.

En segundo lugar, es el empoderamiento de los estados-nación en Europa por el Banco Central Europeo, que está haciendo implementar su programa de flexibilización cuantitativa a través de los bancos nacionales, que sólo pueden comprar la deuda de su propia nación.

En tercer lugar, está la base política, que se disuelve bajo los pies de Europa. La pregunta sobre Europa ahora no es si puede mantener su forma actual, sino ¿cómo va a cambiar radicalmente esa forma? Y la pregunta más desalentadora es si Europa, incapaz de mantener su unión, verá un retorno del nacionalismo y sus posibles consecuencias.

La pregunta más importante en el mundo es si el conflicto y la guerra en realidad han sido desterrados o si esto no es más que un interludio, una ilusión seductora. Europa es la región más próspera del mundo. Su PIB colectivo es mayor que el de los Estados Unidos. Otra serie de guerras cambiaría no sólo a Europa, sino al mundo entero. Incluso hablar de guerra en Europa habría sido absurdo hace unos años, y para muchos, es absurdo hoy. Pero Ucrania es una parte muy importante de Europa, como lo fue Yugoslavia [3]. Hay una confianza de los europeos de que todo esto está detrás de ellos, el sentido de la excepcionalidad europea, bien puede ser correcto. Pero a medida que las instituciones europeas se desintegran, no es demasiado pronto para preguntarse qué viene después. La historia rara vez da la respuesta que uno espera.

Fuente: Stratfor [4]

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