Singapur y Lee Kuan Yew: Del tercer al primer mundo

Singapur ciudad

(OroyFinanzas.com) – Hace dos años leímos en OroyFinanzas.com uno de los dos tomos de la autobiografía de Lee Kuan Yew, jefe de gobierno de Singapur (1959-1990), que ha fallecido de madrugada a los 91 años. La obra titulada Del tercer al primer mundo (From Third World to First) explica en la primera parte, la evolución de Singapur y en la segunda mitad, adentra al lector en su vida. Lo hace a modo de guía para los ciudadanos singapurenses sobre los retos del futuro. Uno de los elementos destacables del libro es el rechazo de Lee Kuan Yew y de la institución monetaria (Monetary Authority of Singapore – MAS) de la nación hacia la política monetaria de la mayoría de los países. En su libro hace referencia a los años de inflación que vivió el país durante la ocupación japonesa (1942-1945) y enfatiza la necesidad de poseer una moneda de buena calidad. Ésta es solo una de las muchas facetas del que fue el líder o padre de Singapur y también padre del actual primer ministro del país: Lee Hsien Loong.

Juan Rallo describe hoy en Libre Mercado algunos de los logros de Lee Kuan Yew

La radical transformación de Singapur ha sido en gran medida obra del marco institucional creado por Lee Kuan Yew, el visionario padre del Estado singapurense, que ha muerto este lunes a los 91 años de edad, medio siglo después de que su país se independizara de Malasia.

Pero ¿cómo es ese marco, responsable de la extrema prosperidad de la isla? Si quisiéramos simplificar mucho, podríamos decir que Singapur es la segunda economía más libre del mundo según el Index of Economic Freedom de la Fundación Heritage (sólo por detrás de Hong Kong) y que su gasto público es la mitad del estadounidense y un tercio del sueco.

Lee Kuan Yew tuvo muy claro que la ventaja competitiva de Singapur no podía ser su inexistente disposición de materias primas, sino convertirse en una zona libre y segura en un mercado global donde poder invertir y ahorrar sin miedo a expropiaciones: “Somos el país con menos recursos de nuestra región y por tanto sólo nos queda ser honestos, eficientes y capaces”. Es decir, Singapur quiso ser la Suiza asiática… y lo consiguió: “Singapur tiene las cualidades para ser el Chicago o el Zurich del Asia Oriental”.

Para lograrlo, abrazó sin pensárselo la globalización: “No olvidemos que el proteccionismo y un menor comercio equivalen a menor crecimiento para los países en vías de desarrollo”. Y, sobre todo, abrazó en ese mundo globalizado los pilares que habían promovido el desarrollo de Inglaterra durante el s. XIX –el imperio de la ley y el Estado reducido–, al tiempo que descartaba los elementos que, durante el siglo XX, habían corrompido el espíritu de esa gran nación.

Singapur es en muchas cosas un ejemplo para Occidente. No en otras. Lo mismo cabría decir de Occidente con respecto a Singapur: es un ejemplo en muchas cosas, pero no en otras. Por fortuna, no hay ninguna necesidad de comprar las libertades en packs prefabricados de concesiones estatales. No se trata de optar entre la libertad civil y la libertad económica cuando podemos tenerlas ambas: Occidente ha probado que la libertad civil permite a las personas desarrollar sus planes vitales sin sentirse oprimidas por Estados represores o por la intolerancia ciudadana; Singapur ha probado que la libertad económica da paso a una explosiva prosperidad generalizada. ¿Por qué, entonces, no quedarnos con ambas manifestaciones de la libertad individual? Ese es el programa ideológico del liberalismo.

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