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El gobierno de Thatcher encubrió una red de pedofilia que implicaba a importantes personalidades británicas

(OroyFinanzas.com) – Más de 30 años después, una investigación sobre redes pedófilas de abuso infantil, asesinato de niños y encubrimiento de los responsables, vuelve a la actualidad en el Reino Unido. Detectives de Scotland Yard dan verosimilitud a las declaraciones efectuadas por las víctimas de estos sistemáticos abusos sexuales. Las acusaciones se extienden a jueces, políticos, miembros de servicios de inteligencia y ha llegado, incluso, hasta el personal de la Casa Real.

¿Por qué este caso es importante para Usted?
Se preguntará el lector habitual que tiene que ver esto con sus inversiones y el sistema monetario sobre el que solemos escribir en OroyFinanzas.com. Desde nuestro punto de vista es fundamental conocer este caso y los muchos otros abusos por parte del poder del sistema. Imagínese a que esta dispuesto el sistema hacer con Usted si es capaz de abusar de los hijos de los más desprotegidos de nuestra sociedad. Si los poderosos son capaces de hacer esto con niños ¿de que no serán capaces de hacer con sus familia, sus ahorros y su dignidad?

La red de pedofilia que implicaba a importantes personalidades británicas protegidas por el Gobierno de Thatcher

La tenebrosa historia se remonta a 1983, cuando un controvertido parlamentario, Geoffrey Dickens, realizó una serie de acusaciones incendiarias sobre prácticas pedófilas, realizadas en las altas esferas del poder. Las declaraciones de Dickens venían acompañadas de soporte documental, que incluía los nombres de los presuntos autores. La información le fue entregada al entonces ministro de interior, Leon Brittan. A pesar de todo, las autoridades restaron importancia a las manifestaciones de Dickens y dejaron pasar el tema, sin realizar mayores investigaciones. Al poco tiempo, el comprometedor expediente acabó desapareciendo misteriosamente.

Hasta que la entonces baronesa del Castillo de Blackburn, Barbara Castle, miembro del partido laborista en el Parlamento Europeo, contactó con el editor Don Hale, preocupada por la integridad de la investigación que estaba llevando a cabo el Ministerio del Interior. Castle había estado antes en los principales periódicos nacionales para entregar los documentos clasificados, pero no obtuvo la respuesta esperada. Según recuerda Hale, “Castle me dijo, ‘He estado en todas partes, en todos los diarios nacionales pero nadie moverá un dedo… ¿qué te parece?” Y en Hale encontró los que buscaba. “Como periodista, por supuesto, yo estaba interesado.”

Menos de 24 horas después de comenzar a investigar el expediente se presentó en su despacho un alto político del Partido Laborista, exigiendo la entrega de los documentos. Hale se negó a entregar unos papeles que parecían demostrar que Leon Brittan, secretario del Interior de Margaret Thatcher, era plenamente consciente de la existencia de una red de pedofilia en la que participaban relevantes políticos.

Pero la determinación del editor se encontró frente a una situación inverosímil. A la mañana siguiente, oficiales de policía de la unidad de inteligencia y lucha contra el terrorismo, conocida como la Brigada Especial, irrumpió en la oficina del periódico, se apoderó del material y amenazó a Hale con arrestarlo si alguna vez informaba o publicaba algo de lo que había leído. Y ahora, pasado el tiempo, sigue recordando el contenido de un informe que ponía en evidencia que Brittan había desempeñado un papel activo en la supervisión de la investigación de la red de pedofilia para evitar, precisamente, el avance de la misma. “Las huellas de Leon Brittan están por toda la investigación”, añade Hale. “Estaba muy encima de la investigación, quería conocer todos los detalles de la investigación. Todos los documentos iban con copia a Leon Brittan o llevaban instrucciones directas de Leon Brittan”.

Brittan era un protegido de la primera ministra, Margaret Thatcher, que había sido ascendido a ministro del Interior a la edad de 43 años. Siempre mantuvo la versión de que, entonces, se limitó a entregar los documentos a sus subordinados, para una posible investigación y que no oyó nada más al respecto. Sin embargo, el año pasado, se vio obligado volver a declarar cuando trascendió que llegó a escribir a Dickens, para comentarle que las pesquisas preliminares habían determinado que había una base sólida para seguir con las investigaciones. Sobre Brittan, que murió el pasado mes de enero, pesaban acusaciones de haber violado a una mujer y de abusar sexualmente de niños, aunque siempre negó las acusaciones y nunca llegó a ser acusado formalmente. Pero las investigaciones policiales han continuado después de su muerte.

La historia que nunca conoció una generación de británicos

El parlamentario Simon Danczuk, retomó la investigación hace un par de años y se centró en uno de sus antecesores en la circunscripción de Rochdale, Cyril Smith. En un libro publicado el año pasado, señala a Smith como un pedófilo, depredador sexual, con más de 140 denuncias a sus espaldas. A pesar de lo cual, estuvo siempre protegido frente a cualquier posible enjuiciamiento. Cyril Smith fue el parlamentario que intentó amedrentar a Hale en su oficina. Entre los oficiales de policía jubilados, entrevistados por Danczuk, se recuerda el día que a Smith se le permitió salir de una comisaría de policía sin cargos, a pesar de haber encontrado material explícito en su coche, gracias a una llamada telefónica anónima.

Cada vez hay más pruebas de que los servicios de secretos británicos, el MI5 y el MI6, adoptaban un comportamiento similar. El MI5 ha sido acusado de haber entorpecido repetidamente las investigaciones sobre una red pedófila que actuaba en el hogar de niños de Kincora (Irlanda del Norte), con la excusa de proteger sus operaciones de inteligencia.

El director adjunto del MI6, y ex Alto Comisionado de Canadá, Peter Hayman fue supuestamente también un pedófilo, y su nombre fue mencionado en las denuncias efectuadas por el parlamento Geoffrey Dickens. Hayman había sido sorprendido con material explícito en 1978, pero no se le imputó ningún delito. Archivos secretos desclasificados este mismo año revelaron que el fiscal general del momento no consideró de interés público un procesamiento de Hayman. Y la Primera Ministra, Margaret Thatcher, tampoco porque ordenó ocultar a la opinión pública la depravación del funcionario.

Otra de las heroínas de toda esta historia, que dedicó su vida las víctimas de los abusos, ha sido Liz Davies. En los años 80 y principios de los 90, era trabajadora social en Islington, al norte de Londres, y su labor consistía en atender a adolescentes problemáticos. Sin ser consciente, estaba en el centro de uno de los objetivos predilectos de la red pedófila.

En 1990, planteó públicamente sus temores ante los numerosos signos que había encontrado de abusos sexuales, pero sus denuncias no encontraron eco entre las autoridades. Así que decidió continuar con sus propias investigaciones.

“Empezamos a entrevistar a muchos de los chicos” pero entonces ocurrió algo que la propia Davies califica de “desgarrador”. En una reunión con su jefe y responsables policiales, se les convino a cesar con sus investigaciones “porque no teníamos pruebas y no teníamos derecho a estar entrevistando a los chicos”. A pesar de todo, Davies continuó y en 1991, sus investigaciones lograron la condena de un oficial del parque de bomberos llamado Roy Catering.  En este tiempo, había acumulado pruebas de abusos perpetrados contra 61 víctimas, pero lo único que recibió de sus compañeros funcionaros fue el consejo de que dejara “de causar problemas”. Sin resignarse del todo, reunió una maleta repleta de pruebas, incluyendo fotografías gráficas, y se dirigió a la Policía Metropolitana. El oficial que le atendió parecía dispuesto a tomar cartas en el asunto pero con tristeza admitió que, dada la relevancia de los nombres implicados, era poco menos que imposible investigar los hechos desde Scotland Yard.

Para finalizar el artículo, vamos a recurrir a una entrevista realizada a Tim Fortescue, en 1995. El que fuera parlamentario del partido conservador explicaba, sin tapujos, en la BBC, los sucios cálculos que se manejaban en las altas esferas de poder para medrar sobre todo. Una perfecta ilustración de este terrible ambiente de encubrimiento y perversión. “Cualquier persona en problemas, con un poco de sentido común” y que perteneciera al mismo círculo elitista, podía pedir ayuda si se encontraba envuelto en un problema grave. “Podía ser por cuestiones de deudas, por un escándalo en el que estuviera involucrado con niños pequeños, o cualquier otra cosa”. Y en vez de denunciar ante las autoridades esos comportamientos, Fortescue admite que “si pudimos ayudar, lo hicimos”. La justificación del entrevistado radica en el deseo generalizado de querer ganar puntos arreglando situaciones de este tipo. “Suena bastante desagradable pero si eres capaz de solucionar una situación así, el tipo en cuestión te va a estar agradecido siempre.” Una frase que bien se le podría haber atribuido a Michael Corleone, protagonista de la saga de El Padrino.

Les deseamos a todos nuestros lectores unas felices fiestas con sus familias y que aprovechen la oportunidad para reflexionar sobre estos temas que parecen mover nuestro mundo.

Fuente: The Daily Beast [1]

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