Los tipos de interés negativos de la deuda pública podrían generar el mayor impago en la historia del mundo

(OroyFinanzas.com) – Más del 30% de toda la deuda pública en la eurozona – alrededor de 2 billones de euros- se están comerciando a un tipo de interés negativo generando situaciones inéditas. Sumadas a las políticas de expansión monetaria, las medidas adoptadas por los bancos centrales de la zona euro podrían ser consecuencia de la economía global, y no tener tanta influencia ni autonomía en sus decisiones.

Las medidas monetarias adoptadas por el Banco Central Europeo (BCE) –de flexibilización cuantitativa-, tuvieron una primera consecuencia en Suiza, cuando el SNB, tras 10 años manteniendo la misma política con el euro, abandonó la paridad con la moneda de la eurozona. Y desde entonces hemos asistido a un festival de tipos negativos en los mercados de bonos soberanos europeos. Con la creencia de depositar su dinero en “activos seguros”, los inversores han decidido a pagar los gobiernos por el privilegio de poder prestarles dinero. De acuerdo con el banco de inversión Jefferies, sobre el 70% de todos los bonos alemanes mantienen, en la actualidad, tipos negativos. En Francia la cifra se sitúa en el 50% e incluso en España, que fue considerada como insolvente hace sólo unos años, ya negocia el 17% de sus bonos también con tipos negativos. Una situación que dista mucho de ser un signo positivo, dirigido a devolver la confianza en la economía económica, sino que es más bien es una realidad surrealista que apunta en la dirección contraria.

Lo preocupante de esta tendencia es que en la medida que la demanda crece, en el conjunto de la economía mundial, parece que lo hace casi en su totalidad debida a los crecientes niveles de deuda. El aumento de la deuda pública actual ha ocupado el lugar que dejaron las deudas de las empresas y hogares en la pasada crisis financiera. Y en términos de expansión del crédito, los mercados emergentes han reemplazado a las economías occidentales.

La deuda pública combinada de las economías del G7 sólo ha crecido en cerca del 40%, hasta situarse en el 120% del PIB mientras que, a nivel mundial, la deuda total de los sectores privados ha aumentado en un 30%, cifra que se sitúa muy por encima del crecimiento económico mundial.

Uno por uno, todos los grandes bancos centrales han unido a la fiesta de la impresión de dinero. Primero fue la Reserva Federal de Estados Unidos. Luego vino el Banco de Inglaterra y más tarde el Banco Central de Japón. Y el último en incorporarse ha sido el Banco Central Europeo (BCE). Incluso, ahora, el banco central chino está considerando la “poco convencional” medida económica de compra de bonos. Una alocada carrera que Chris Watling, consultor en Longview Economics ha denominado como la “filosofía de la demanda a cualquier precio”.

Muchos analistas señalan las políticas del BCE, de impresión de dinero, como responsable de los tipos negativos de interés. Y la “represión financiera”, que obliga al sector bancario y financiero, en busca de cumplir con los exigentes criterios de solvencia establecidos, a comprar bonos, independientemente del precio, no debe pasar desapercibida. Una situación que ha colocado al mercado de repo europeo en una situación nunca antes vista, por inoperante.

Las distorsiones causadas por los 60 mil millones de euros al mes, en compra bonos soberanos por parte del BCE, ha tenido un efecto particularmente evidente en los bonos alemanes, históricamente de los mejor considerados y más solicitados. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha calificado las órdenes de compra de bonos del BCE como de “una especie de experiencia kafkiana”, para Alemania.

Pero a pesar de todo lo expuesto no está demás considerar una cuestión. ¿Son los bancos centrales la causa principal de la caída en las tipos de interés, o su actuación se debe a otras fuerzas más amplias en la economía global que son incapaces de controlar? ¿Cuál es la causa y cuál es el efecto?

En un discurso el año pasado, Ben Broadbent, vicegobernador del Banco de Inglaterra, manifestó su creencia de que los bancos centrales están simplemente respondiendo a estas fuerzas profundas. Y que el tipo de interés necesario para mantener el crecimiento y la inflación, a los niveles pretendidos, es simplemente mucho más bajo de lo que solía ser. Tan baja que ya alcanza registros negativos. Sin embargo, la forma en la que los mercados han respondido a la política de QE apunta en esta dirección. Según un análisis del Longview Economics, los rendimientos de los bonos aumentaron durante los períodos de QE lanzados por la Reserva Federal de Estados Unidos y disminuyeron cuando se detuvo. Un comportamiento opuesto al que tendría lugar si se tiene la creencia de que es, el poder ilimitado de compra de un banco central, el responsable de hacer caer los tipos de interés.

Otra consecuencia de dinero barato es que ha disparado los precios de los activos. Además del mercado de bonos, casi todos los demás han estado subiendo también. Así que de producirse una corrección brutal, las pérdidas se extenderán a todos los actores implicados.

Nadie puede decir cuándo llegará el momento. Pero parece evidente que existe una disputa, entre las economías mundiales, por satisfacer cualquier demanda que puedan encontrar. En Europa, a una política de impresión monetaria, se une ahora otra de tipos negativos de interés, en una especie de suma cero para tratar de devaluar el euro y que sea más competitivo frente a sus monedas rivales, que como es normal, tienen sus propias políticas e intereses.

Fuente: Telgraph

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