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Nuevas políticas de flexibilización monetaria china en 2015: ¿solución o problema?

(OroyFinanzas.com) – Las medidas de flexibilización monetaria adoptadas por China [1] podrían seguir ampliándose para estimular la economía pero, un exceso de las mismas, provocaría un endeudamiento excesivo de los actores chinos, favorecidos por un artificialmente bajo coste de financiación, perjudicando seriamente la economía del país.

Como muchos otros bancos centrales de la región, el Banco Central de China (People’s Bank of China -PBOC) ha estado adoptando medidas para impulsar la economía. Y puede haber más en la recámara. Los partidarios, en el polarizado debate sobre la política monetaria china, de favorecer aún más la flexibilización cuantitativa parecen que están ganando la batalla. De hecho, ya hay analistas que proponen una especie de flexibilización cuantitativa (QE [2]) en toda regla, destinada a rivalizar con las realizadas por EE.UU [3] o Europa [4], pero materializada con una venta masiva de bonos del Tesoro estadounidense [5] para destinar lo recaudado a paliar la deuda de los gobiernos locales y facilitar a los bancos la concesión de créditos. Y, además, con un yuan depreciado se favorecería ampliar la demanda externa de los productos chinos.

Este escenario tan positivo es el que prevén los partidarios de seguir con las medidas de flexibilización monetaria. Y con el espectacular resurgimiento de las bolsas chinas y de Hong Kong parece como si los mercados hubieran comprado este escenario tan prometedor. De hecho hay quien apunta a que el motivo real de la euforia bursátil es la confianza en una fuerte recuperación económica en un futuro próximo, a pesar de los malos datos oficialmente reconocidos.

Pero todo dependerá del PBOC, el banco central chino, que es la autoridad responsable de decidir la política monetaria del país. De adoptarlas finalmente y seguir por esa senda, irónicamente podrían ser señalados como los responsables de dañar la economía china, por favorecer los niveles de endeudamiento.

Precedente anterior en China para un QE

China ya impulsó reformas similares, en otros períodos de fragilidad financiera, en el pasado. Las últimas se adoptaron a finales de siglo, cuando el sistema bancario tuvo que afrontar unos balances cargados de deudas incobrables. Pero, entonces, hubo una serie de factores clave que ayudaron a las autoridades chinas a gestionar esa situación sin mayores consecuencias.

En primer lugar, el nivel de deuda chino era muy moderado y además el potencial de crecimiento era mucho mayor, en tanto que China estaba en las primeras etapas de desarrollo y construcción. Por tanto, la economía era más pequeña y el impacto de los efectos generados en el resto del mundo mucho más limitados.

Pero la situación actual es mucho más preocupante. El nivel de la deuda global de China se ha triplicado desde 2007 y es enorme en comparación con otros mercados emergentes, en términos de su porcentaje en el PIB. Y la deuda se sigue acumulando hasta el extremo que algunos gobiernos locales acumulan unos déficits tan brutales que podrían rivalizar con algunos países del sur de Europa.

Y el comportamiento de la deuda en el sector privado es casi peor. De hecho, la deuda privada es seis veces mayor que en 2007, alcanzando 150% del PIB en 2014. Empresas y bancos chinos han prestado enormes cantidades de dólares, cuando la divisa estaba barata y los tipos bajos, que podría llegar a elevarse al 20% del PIB del país.

Así que a pesar de los conocidos “colchones” de los que disfrutan los chinos, –en términos de reservas internacionales o incluso recurriendo a una privatización de bienes públicos- la rapidez y extensión de la aplicación de estas medidas monetarias en China parece que se están cobrando un peaje en la economía. El más evidente lo encontramos en el coste real de financiación, que últimamente ha aumentado sustancialmente, al mismo tiempo que el potencial de crecimiento económico ha bajado.

Por eso, se podría decir que el objetivo primordial de las políticas monetarias es, en realidad, luchar contra los altos costes de financiación. El problema es que también eleva el nivel de riesgo de crédito impagado en una economía mucho más endeudada. Y este mayor riesgo de crédito no puede ser eliminado por mucho que se siga flexibilizando la política monetaria única, al menos no estructuralmente. Por eso, la flexibilización adicional del Banco Central de China sólo añadiría más leña al fuego en un momento crucial de las políticas de reforma. El gobierno chino no podría dejar caer a gobiernos locales o grandes corporaciones que pudieran ser consideradas como riesgos sistémicos. Y una intervención iría en contra de la política económica reformista emprendidas por el gobierno en los mercados.

Las autoridades monetarias chinas deberían flexibilizar la política monetaria hasta el punto de no alterar el comportamiento de los actores con su política de endeudamiento. Una línea muy fina a trazar. De excederse y facilitar este apalancamiento podría verse ante el escenario de tener que intervenir y tener que reestructurar el problema surgido o incluso reformar todo el sistema actual.

Inundar el mercado de liquidez, no será la panacea esperada para las empresas estatales o gobiernos locales y sólo servirá para fomentar las fragilidades financieras. Y las reformas generales experimentadas por la economía china no podrían continuar hasta reparar los problemas financieros que se podrían surgir.

Fuente: Bruegel [6]

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