¿Por qué el oro amenaza la paz de Costa de Marfil?

(OroyFinanzas.com) – La estabilidad lograda en Costa de Marfil en 2011, tras finalizar la guerra civil, podría verse amenazada por los ex combatientes, ahora integrados en la administración del país, que mantienen su poder e influencia y explotan los recursos naturales del país, como el oro, en su propio beneficio.

La mina de oro de Gaminia es probablemente el ejemplo más paradigmático de lo que está sucediendo en Costa de Marfil. La explotación, que emplea a más de 16.000 mineros y extrae oro por un valor anual de casi 100 millones de dólares, está bajo el control de milicias armadas que se benefician de la producción directamente, evitando toda relación con las autoridades del país.

Para hacernos una idea, esta mina de oro no cuenta con una licencia administrativa oficial –como ha reconocido el Ministro de Minas Jean-Claude Brou-, no está a cargo ni registrada a nombre de ninguna compañía minera industrial y, por supuesto, tampoco paga impuestos al gobierno central. Y es, de hecho, uno de los activos más importantes que forma parte del lucrativo emporio de negocios de los ex combatientes rebeldes que se han integrado en el ejército de Costa de Marfil –finalizada la contienda civil-, y que ahora, convertidos en funcionarios de alto nivel, explotan los recursos naturales de sus zonas de influencia, mediante la fuerza y el contrabando. Y cada vez con mayor impunidad.

La investigación de la ONU –que incluyen entrevistas con más de dos docenas de expertos militares, diplomáticos, autoridades locales, analistas o mineros- revelan que la red de ex rebeldes sigue manteniendo combatientes leales bajo su control exclusivo. Y con unos medios que, de confrontarlos con los oficiales en un enfrentamiento, podrían sumir al país en un nuevo periodo de inestabilidad. Un inventario de armas elaborado por la ONU, de forma confidencial, y que ha sido estudiado por Reuters, mostró que sólo uno de estos ex comandantes rebeldes posee tantas armas – que incluyen misiles tierra-aire- que rivalizarían con las propias del ejército de Costa de Marfil. En este sentido, un oficial de alto rango del ejército de Costa de Marfil asegura que esta red representa una fuerza paralela dentro del ejército que amenaza la estabilidad del país, lograda con el término su guerra civil en 2011.

 Arsenales fuera del control gubernamental

“Ninguno de estos arsenales están bajo el control del gobierno,” señala un diplomático occidental familiarizado con la inspección de la ONU. “Esta gente está dentro de las fuerzas de seguridad y, al mismo tiempo, mantienen un arsenal secreto de armas. Eso es un problema.” Alain-Richard Donwahi, secretario del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Ouattara, reconoció que la mayoría de las armas almacenadas en el campamento no estaban bajo el control del Estado. Y además, hay evidencias de que se ha incorporado nuevo armamento, posterior a 2011. “El Presidente de la República ha dado instrucciones al Jefe del Estado Mayor del Ejército de colocar estas armas y municiones bajo vigilancia”, reconociendo que “hay muchas armas en circulación, y poco a poco vamos a poner las cosas en orden.”

Uno de estos ex rebeldes fue señalado en el panel de expertos de la ONU, encargado de vigilar el embargo de armas impuesto a Costa de Marfil por el Consejo de Seguridad, como amo y señor de la mina Gamina. Es teniente coronel Issiaka Ouattara –quien no guarda ninguna relación de parentesco con el presidente Ouattara- y que es más conocido por su nombre de guerra: Wattao.

Durante el transcurso de los 12 años de larga y cruenta crisis política de Costa de Marfil, Wattao llegó a convertirse en uno de los comandantes más poderosos de las Fuerzas Nuevas, un movimiento rebelde encabezado por un ex líder estudiantil llamado Guillaume Soro.

Durante estos años de guerra civil, que dividieron el país en dos, las Fuerzas Nuevas, dividieron su territorio en zonas, asignando comandantes en cada una de ellas. Además de la seguridad militar, estos comandantes tenían la responsabilidad de explotar y generar ingresos económicos que debían canalizar en beneficio de un tesoro común denominado “La Centrale”. Este organismo se disolvió después del final de la guerra civil en 2011 y los comandantes –como Wattao- acabaron integrándose en el ejército regular.

La mina de Gamina en Costa de Marfil

La historia de la mina de Gamina se remonta a un par de años atrás, cuando un agricultor de caucho local encontró una veta de mineral de oro. Hoy en día, el complejo se extiende por una superficie de 180 hectáreas donde se reparten pozos, zanjas y túneles subterráneos. La mina emplea a unas 16.000 personas y produce oro por valor de 97 millones de dólares al año, de acuerdo con investigadores de la ONU.

Adama Bamba es uno de esos trabajadores porque “este es el único trabajo que hay,” aunque también existe un incentivo económico que ha traído a otra mucha gente. En unas pocas semanas, y con un poco de suerte, los mineros pueden ganar cerca de 430 dólares, una cantidad similar a la que ganarían trabajando toda la temporada en una plantación de cacao. Y eso a pesar de las lamentables condiciones laborales. Según declaraciones de los propios mineros a Reuters, hay decenas de cadáveres, víctimas de derrumbes regulares, que están enterrados en tumbas sin nombre debajo de árboles de café mientras que los menos afortunados permanecen muertos bajo los escombros de los pozos derrumbados, algunos de los cuales se hayan a 60 metros bajo tierra.

Wattao niega cualquier relación con la mina o la existencia de una fuerza privada de combatientes leales a su persona. “Son puras mentiras. Yo nunca he estado involucrado en el oro”, manifestó a Reuters el pasado mes de abril, vía telefónica. “Están tratando de encontrar a toda costa algún falso pretexto para perjudicarme”, aunque varias fuentes han confirmado a Reuters la relación directa entre el ex combatiente rebelde y la mina de Gamina.

De hecho, a principios del año pasado, un nuevo comprador, sin ninguna relación con Wattao o sus socios trató de establecer una oficina comercial rival con la intención de compra el oro a los mineros, a un precio mayor de los 740 dólares por onza que actualmente se paga en la zona. Pero poco después fue asesinado, negando Wattao cualquier implicación. Esos socios son “figuras políticas muy visibles que participan en la administración de Costa de Marfil actual y la pasada administración de Burkina Faso”, según se señala en un informe de la ONU de 2013. En este informe se concluye que algunos de los antiguos comandantes de la guerra aprovecharon su integración en la nueva administración del país para extender “las actividades económicas depredadoras al estilo de los señores de la guerra”, incluyendo el control de las minas de oro y diamantes, el contrabando de cacao, algodón o anacardos o la recaudación de impuestos ilegales sobre el comercio y el transporte.

Las previsiones de las próximas elecciones, fijadas para el mes de octubre, sitúan al actual presidente, Alassane Ouattara, favorito para lograr su segundo y último mandato al frente de la nación. Aunque en la actual situación cualquier posibilidad es factible. “No sé cómo vamos a resolver esto”, ha señalado un alto oficial del ejército. “Ellos –en alusión a los ex comandantes rebeldes- están completamente fuera de nuestro control”.

Fuente: Reuters

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