(OroyFinanzas.com) – Irán y seis potencias internacionales lograron este martes en Viena un acuerdo que limita el programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones. Además de poner fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán, el acuerdo puede reconfigurar los equilibrios geopolíticos en una región sacudida por la violencia extremista.
El Congreso de EE UU, de mayoría republicana, tiene 60 días para revisar el documento final y después aprobarlo o rechazarlo. Previsiblemente lo rechazará, pero Obama pretende vetarlo haciendo uso de sus prerrogativas presidenciales. El veto es irrevocable a menos que los oponentes del acuerdo recojan dos tercios de votos.
Obama también deberá persuadir a los socios de EE UU en Oriente Próximo. Israel, Arabia Saudí y las monarquías suníes ven en Irán una amenaza existencial y temen que se refuerce gracias a su legitimación ante EE UU.
El presidente iraní, Hassan Rouhani, ha asegurado en Twitter que el acuerdo “abre nuevos horizontes centrados en objetivos compartidos” entre las dos potencias. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araqchi, ha afirmado que el pacto “no es perfecto” pero constituye un “momento histórico”.
El régimen de los ayatolás preserva la capacidad de producir energía nuclear y se legitima en el concierto de las naciones. El presidente de EE UU, Barack Obama, frena el acceso de los iraníes a la bomba atómica y gana su apuesta internacional más arriesgada desde queen 2009 llegó a la Casa Blanca. El primer resultado puede ser una mayor cooperación frente a los yihadistas del Estado Islámico.
El acuerdo, por su alcance regional, es equiparable al de Camp Daviden 1978, que selló la paz entre Egipto e Israel. También puede compararse con la reconciliación entre Estados Unidos y otro enemigo histórico, China, en 1972. Como hace con Cuba, el demócrata Obama ha buscado en la diplomacia y el multilateralismo la llave para conflictos enquistados desde la Guerra Fría.
Tras incumplir en tres ocasiones el plazo autoimpuesto —inicialmente las conversaciones debían concluir el 30 de junio— los negociadores se pusieron de acuerdo en un texto de unas 100 páginas: 20 del documento básico más 80 de anexos. La Unión Europea, primero representada por Javier Solana, después por Catherine Ashton, y en Viena por la alta representante Federica Mogherini, ha tenido un papel clave en el proceso.
El acuerdo no significa la plena normalización de las relaciones. Los recelos persisten. Por ahora ni se plantea, como ocurre en el caso de Cuba, un restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Irán seguirá, como Cuba hasta hace unas semanas, en la lista del Departamento de Estado de países que patrocinan el terrorismo. Valorar el alcance del acuerdo requerirá meses y seguramente años. El acuerdo de Viena se ciñe a la cuestión nuclear pero es posible “catalice”, para usar la palabra de Zarif, un reajuste de las alianzas y los equilibrios geopolíticos en Oriente Próximo.
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