¿Por qué la relación de la base monetaria y la inflación se ha visto afectada por el QE de la FED?

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(OroyFinanzas.com) – La relación histórica existente entre la inflación y la base monetaria se ha visto afectada por las políticas de expansión cuantitativa (QE) impulsada por la Reserva Federal-FED (el banco central estadounidense), adentrándonos en nuevos escenarios económicos con resultados desconocidos. ¿Por qué no hay inflación con el aumento de la de la base monetaria en EE.UU.?

La baja tasa de inflación en los Estados Unidos es un rompecabezas, especialmente para los economistas que estudian la relación entre la inflación y los cambios en la base monetaria. En el pasado, los aumentos y disminuciones en la base monetaria influían en el incremento o disminución de la tasa de inflación. Y, debido a que la base monetaria es controlada directamente por el banco central -y no por bancos comerciales-, muchos sostenían que esa era la mejor medida para apreciar el impacto de la política monetaria en un país.

Si tomamos como ejemplo a los Estados Unidos, la base monetaria del país creció a una tasa anual de 9% -entre 1985 y 1995-, y luego se redujo al 6% en la siguiente década. Esta desaceleración del crecimiento monetario estuvo acompañado de una desaceleración en el ritmo de la inflación. El índice de precios al consumidor (IPC) subió hasta el 3,5% -entre 1985 y 1995-, para situarse en el 2,5% en los siguientes 10 años. Sin embargo, a partir de ahí, este vínculo entre ambos factores se cortó de forma abrupta porque desde 2005 a 2015, la base monetaria se elevó a una tasa anual del 17,8%, mientras que el IPC aumentó a una tasa anual de sólo el 1,9%.

Relación entre la base monetaria y la inflación en Estados Unidos

Para explicar este cambio tan llamativo es preciso examinar la relación entre la base monetaria y la inflación, y comprender la evolución y el papel jugado por las reservas que los bancos comerciales mantienen en la Reserva Federal.

Cuando los bancos conceden préstamos, crean depósitos para los prestatarios que éstos utilizan para realizar compras. Normalmente, estos nuevos depósitos se transfieren de un banco –el que concede el préstamo- a otro. Según se establece por ley, los bancos estadounidenses están obligados a mantener y actualizar sus reservas en la FED, en función de los depósitos concedidos. Por tanto, un aumento de las reservas permite a los bancos comerciales crear más depósitos y conceder más préstamos a los solicitantes, que lo emplearán en inversiones. Estas inversiones generarán un aumento del empleo y, con el tiempo, también influirá al alza sobre los salarios y los precios.

Para aumentar las reservas de los bancos comerciales, la FED utiliza históricamente operaciones en el mercado abierto, como la compra de bonos del Tesoro. Los bancos comerciales intercambiaban estos bonos, que generan un interés, por un depósito con la Fed que históricamente no devengan intereses. Esta operación sólo tenía sentido si el banco utilizaba estas reservas para respaldar los préstamos concedidos. Así que, por regla general, todas estas reservas han sido utilizadas para poder aumentar los préstamos comerciales.

La FED cambia las normas en 2008

Sin embargo, todo el escenario cambió en 2008, cuando una reforma legislativa permitió a la FED pagar intereses a los bancos por el exceso de dólares en las reservas que estos tenían depositados en la propia FED. Los bancos comerciales podían vender bonos del Tesoro y otros activos de dudosa calidad –como valores respaldados por hipotecas- a la FED, aumentando sus reservas y así ganar un dinero extra por el pago de estos intereses. Un negocio magnífico para los bancos que no dejaron escapar y que, a grosso modo, se podría cuantificar en unos 50 mil millones de dólares, más o menos. A cambio, esta nueva política concedió a la FED la capacidad -en 2010- de realizar compras masivas mensuales de bonos a largo plazo y de valores hipotecarios. La denominada flexibilización cuantitativa (QE) permitió a la Fed bajar los tipos de interés a largo plazo directamente, reflejándose un alza en el mercado de valores y, al mismo tiempo, recuperar los precios de las viviendas. El consiguiente aumento de riqueza de los hogares aumentó el gasto del consumidor y reanimó la construcción inmobiliaria. Y así, las empresas respondieron intensificando el ritmo de inversión.

Aunque el vínculo entre las reservas bancarias en depósitos con la FED y el aumento del gasto se mantuvieron, la magnitud de las mismas sí que cambió drásticamente. Si en el año 2007 se contabilizaban en menos de 1 billón de dólares, en la actualidad, nos situamos en más de 4 billones. Pero este aumento, en lugar de ser utilizado para facilitar y aumentar los préstamos tenía el propósito –a través de los QE- de reducir los tipos de interés a largo plazo para fomentar las inversiones y aumentar la riqueza de los hogares.

El misterio de la baja inflación en EE.UU.

Así que todo lo expuesto nos lleva de nuevo al aparente enigma de la baja inflación. El IPC general es, en realidad, un poco más bajo de lo que era hace un año, lo que implica una tasa de inflación negativa. Una razón importante es la disminución de los precios de la gasolina y otras materias asociados a la energía. El componente energético del IPC se redujo en los últimos 12 meses en un 19%. Así que si excluimos los precios de energía y algún otro producto volátil, tendremos un aumento del 1,8%. A esto hay que sumar que la apreciación del dólar ha reducido los costes de importación. Y así queda claramente reflejado si nos fijamos en la diferencia existente entre la tasa anual de inflación de los bienes (-0.2%) y la tasa establecida para los servicios que, en los últimos 12 meses, se sitúa en el 2,5%.

No obstante, la inflación subirá el año que viene por el comportamiento del mercado laboral, que alcanza un nivel de desempleo del 5,4%. La tasa de desempleo entre los que han estado desempleados por menos de seis meses – un indicador clave- se ha reducido a 3,8% y la tasa de desempleo entre los graduados universitarios es sólo del 2,7%. Como resultado, la contraprestación total por hora de trabajo está aumentando más rápidamente, la tasa anual se eleva a 3,1% en el primer trimestre de 2015, desde el 2,5% en el año 2014 y el 1,1% registrado en 2013. Este incremento en los costos salariales no aparece reflejado en la inflación general, debido a la compensación con los precios de la energía y los costos de importación, antes mencionados. Sin embargo, si estas influencias temporales desaparecen en el próximo año, la inflación general de precios comenzará a aumentar más rápidamente.

El riesgo de inflación está en alza, sobre todo si la FED continúa con su plan de mantener los tipos de interés real bajos hasta el 2016. Si la inflación no aumenta más rápidamente de lo que la FED espera, no hay que descartar que pudiera verse obligada a aumentar los tipos de interés rápidamente, con los consiguientes efectos adversos en los mercados financieros y, potencialmente, para la economía en general.

por Martin Feldstein en Project Syndicate

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