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¿Entiende la Reserva Federal el efecto de sus medidas de expansión monetaria? – Bill Dudley

(OroyFinanzas.com) – Tras el colapso del sistema financiero americano en 2008, los Bancos Centrales tomaron el papel de prestamistas de última instancia mediante la emisión masiva de dinero [1] a cambio de unas garantías cada vez menores. El objetivo era conjurar el miedo a que los bancos quebraran en cadena y, por ende, los Estados no pudieran dar respuesta a ello.

Desde este punto de vista, las sucesivas expansiones monetarias puestas en marcha por la Fed –hasta acabar con la emisión de 75.000 millones de dólares al mes– o por otras instituciones como el Banco de Inglaterra (375.000 millones de libras esterlinas y la entrada del Estado en el capital de los grandes bancos) han tenido efectos reales indudables y han conseguido el objetivo de estabilizar el sistema financiero.

Sin embargo, conjurar el riesgo de quiebra del sistema no significa aportar incentivos positivos para la generación de riqueza y la superación de la crisis. Muy al contrario: los agentes financieros toman posiciones muy arriesgadas en los mercados bajo la creencia de que estará el Banco Central detrás si en algún momento quiebran. Esta conducta, más conocida en la ciencia económica como “riesgo moral”, se está traduciendo en petición masiva de crédito y, por tanto, la formación de una nueva ola de endeudamiento proporcionalmente superior a la que hubo anterior a 2008.

Esta conducta de los agentes financieros es la que no acaban de entender desde la Reserva Federal. Hasta el momento creían tener controlada la reacción de la economía ante sus decisiones mediante un mecanismo de acción-reacción: proporciones y probabilidades controlables y manejables. A pesar de esta creencia, varios miembros de la Fed han manifestado su incapacidad para entender lo que está sucediendo y cuáles serán las reacciones a los sucesivos recortes en el programa de expansión monetaria QE.

En estos términos se expresa el presidente de la Fed de Nueva York, Bill Dudley. En la Cena Anual de la celebérrima American Economic Association (AEA) celebrada en Philadelphia, Dudley hizo una alabanza extensa al manejo de la política monetaria y el poder de ésta para cambiar el curso de los acontecimientos económicos. Dudley destacó que en la Fed de Nueva York no trabajan economistas académicos ni teóricos de la Economía, sino profesionales de la evidencia empírica y pegados a la realidad.

En un discurso orientado a los economistas interesados en entrar en la Fed de Nueva York y como propaganda de su “buen hacer”, el presidente Dudley pone como ejemplo de análisis y control exhaustivo el desarrollo de la política monetaria y su influjo sobre la economía americana. Reconoce, en primer lugar, que están trabajando sobre un terreno desconocido: “Todavía no tenemos bien desarrollados los modelos macro que incorporan una visión más realista del sistema financiero”.

La apuesta de la autoridad monetaria de imprimir de forma masiva dinero, además de ser terriblemente arriesgada, se está desarrollando en una constante “huída hacia delante” ya que se cree que dar marcha atrás conllevaría una nueva recesión. La Fed –puede verse en el discurso que estamos tratando de Dudley– está asustada por el poder que tiene. No ha sido capaz de evaluar hasta qué punto su acción está causando en el corto plazo graves distorsiones en los mercados. Varios indicadores así lo muestran: el alza espectacular de los índices bursátiles, la caída de la rentabilidad de los bonos del Tesoro o la bajada inesperada del paro.

El “aparato monetario” creado por la Fed ya no puede ser controlado ni por sus propios creadores. Así expresa Dudley esta sensación: “No entendemos plenamente hasta qué punto el programa de compra de activos está funcionando para facilitar las condiciones de mercado”. “No entender” equivale a decir “el QE ha escapado del control de la Fed”. Puede que en los próximos meses tenga unos efectos determinados o puede que tenga otros.

La inyección masiva de dinero cambia esquemas, rompe regularidades empíricas anteriores, quiebra correlaciones y, sobre todo, altera enormemente los esquemas de preferencias y expectativas de los agentes económicos (familias y empresas). En un entorno de estas características, es muy difícil saber qué puede pasar y lo es más si cabe si el que lo dice ha sido uno de sus diseñadores.

Fuente: Discurso de Dudley ante la AEA [2]

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