(OroyFinanzas.com) – Muchos bancos centrales estipulan legalmente que los billetes, el dinero papel, que emiten constituyen pasivos del propio banco respaldado por sus activos ¿Pero hasta qué punto es verdad? ¿Tienen el mismo respaldo los apuntes informáticos que figuran como dinero nuestras cuentas bancarias?
No se puede decir que todos los bancos centrales del mundo adopten esta postura o compromiso ni que incorporen los billetes emitidos en el pasivo de sus balances pero sí existen los que dejan por escrito este compromiso en sus propias disposiciones legales.
Los casos del dinero papel de Estados Unidos y Canadá
Así, por ejemplo, la Reserva [1] Federal-FED [2] (el Banco Central de Estados Unidos) – Sección 16.4 de la Ley de la Reserva Federal- señala que los billetes emitidos por la entidad son “un primer y primordial gravamen” sobre los activos del banco. Incidiendo en esta definición, en la sección 3 del informe de auditoría de estados financieros de 2012, podemos leer que “para satisfacer la obligación de proporcionar la suficiente garantía a la circulación de billetes de la Reserva Federal”, la institución prevé la pignoración de ciertos activos, “como garantía de los billetes de la Reserva Federal emitidos por todos los Bancos de la Reserva”. Y en caso de no ser suficiente la garantía, recuerda que “la Ley de la Reserva Federal establece que los billetes de la Reserva Federal tengan un primer y fundamental derecho” sobre todos los activos de los Bancos de la Reserva. De forma análoga, si nos fijamos en la ley que regula el banco central de Canadá Ley -Sección 25-, se nos dice que la entidad “tiene el derecho exclusivo de emitir billetes” y que esos billetes son el primer pasivo sobre los activos del Banco.
En ambos casos, los billetes emitidos tienen la consideración de reclamaciones o pagarés, en última instancia, sobre los activos que ambos bancos guarden en sus bóvedas. Es decir, de producirse la liquidación de la Reserva Federal o del banco central canadiense, los tenedores de los billetes tienen derecho a recibir activos reales, de la misma manera que un titular de bonos o acciones de una compañía en disolución tiene derecho sobre los activos –propiedades, fábricas u otros bienes- de la misma. En el caso de los tenedores de billetes se destaca, además, que son objeto de ejercer su derecho de forma preferente, lo que supone una ventaja añadida.
Otros comportamientos que apuntalan la idea de que los billetes son pasivos del banco emisor es el comportamiento de estos con aquellos. Si un billete se deteriora con el uso, el banco central lo retira del sistema y lo sustituye por otro. Si un banco central emite nuevos billetes, añadiendo ceros, los poseedores de los antiguos pueden cambiarlos por los nuevos. O retirar del mercado billetes hiperinflacionados, como recientemente ha hecho la autoridad monetaria en Zimbabue [3], para canjearlos por otros nuevos. De la misma forma, si varios bancos centrales se funden en una nueva entidad –como el Banco Central Europeo-BCE [4]-, y emiten una nueva moneda, los tenedores de las divisas huérfanas verán como estas se transforman en un nuevo ente monetario. De no actuar de esta forma, los tenedores de billetes verían como de la noche al día sus billetes perderían todo su valor, por una decisión arbitraria del emisor.
Además, otra característica de estos billetes como pasivos, proporcionados por los bancos centrales es la promesa de estabilidad. Cuando regía el patrón oro, los billetes eran intercambiables por su contraprestación en oro o en dólares estadounidenses, ligados al oro, como se establecía en los acuerdos de Bretton Woods de 1944. [5] Sin embargo, hoy en día, los bancos centrales prometen estabilizar la moneda no depreciándola más allá del porcentaje elaborado a partir de una cesta de productos de consumo y el índice que se establezca (IPC [6]) por ejemplo u otros factores.
El caso de Nueva Zelanda y su banco central
Algunos bancos centrales, como el de Nueva Zelanda, inscriben esta nueva promesa en sus estatutos, estableciendo también las sanciones previstas en caso de incumplimiento. Y el BCE lo remarca en su cuenta de Twitter, utilizando gran parte de los carácteres asignados a la presentación -en la cuenta de esta red social-, para señala que su “principal tarea es la de mantener el poder adquisitivo del euro.”
Así que para finalizar el texto hay que responder si ¿los billetes son buenos pasivos? y responder que, en realidad, no porque la promesa de un pago, en caso de disolución del banco central, es una promesa lejana ya que el banco central controla la emisión del dinero y es díficil que haga bancarrota si no hay una voluntad política. Mientras que la obligación de mantener la estabilidad de precios está sujeta a todo tipo de presiones políticas dirigidas a alcanzar un objetivo. Un objetivo político que pueden interferir en otros como el empleo o el crecimiento. De todas formas, la naturaleza dudosa de los billetes como un pagaré del banco central no es un nuevo fenómeno. Incluso en los días en que regía el patrón oro y los acuerdos de Bretton Woods, los billetes sufrían una devaluación constante o se prestaban sin una convertibilidad real detrás. Los billetes son pasivos del banco emisor. No muy buenos, pero promesas de pagaré al fin y al cabo.
Fuente: JPkoning [7]
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